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Realismo fenomenológico

La aportación más singular y significativa del Realismo fenomenológico al pensamiento filosófico es, quizá, el descubrimiento del a priori material. Para Kant, como es sabido, el a priori, establecido en el sujeto trascendental, presenta un carácter formal y funcional, cuyo papel en el dinamismo cognoscitivo es ordenar y conformar el material bárbaro aportado por la sensación. Para Husserl y sus acólitos, en cambio, charlar de a priori es hacer referencia a una forma de ser, a un género de esencia inherente en las cosas mismas. El a priori deviene de esta forma, ante todo, en entidad objetiva, que el sujeto no pone ni saca de sí, sino descubre en una clase singular de esencias, manifestadas a la conciencia con total autonomía y también independencia.

Esencias experimentales y esencias objetivamente necesarias

Las verdades a priori son, puesto que, verdades que se patentizan, que se descubren en las cosas mismas; no son, para el Realismo fenomenológico, verdades elaboradas, construidas por un sujeto trascendental. Ahora bien, no toda cosa, no toda esencia es susceptible de conocimiento sintético a priori; solo un tipo singular de esencias, esencias autónomas, autoconsistentes, puede darlo, el resto solo es susceptible de conocimiento experimental. El criterio de demarcación entre lo experimental y lo apriórico viene determinado de esta forma por la clase de esencia de que en todos y cada caso se trate, por el ser-de esta forma (sic-esse) que cada una exhiba, y no por la aplicación de estructuras trascendentales a datos de la sensación. Esencias como las de agua, mesa, metal, calor, oro, cuervo, etc., son base solamente para un conocimiento experimental, por ende, para un conocimiento fáctico, contingente, espaciotemporal, aproximadamente particular y meramente probable. Al conocimiento de estas esencias y al establecimiento de las verdades pertinentes llegamos por observación de casos individuales y por inducción a partir de ellos de verdades aproximadamente generales, que en ningún caso son precisas ni comprensibles en sentido riguroso. Estas esencias (llamadas por Hildebrandtipos auténticos o bien esencias morfológicas) sostienen una relación contingente y de absoluta dependencia respecto a las pertinentes existencias. Semejantes esencias, de hecho, carecerían de sentido, de entidad, si no se dieran ciertamente en la realidad fáctica ejemplares existentes que las efectuasen. ¿Qué sentido tendría charlar de la esencia agua, de la esencia león, de la esencia árbol o bien de la esencia mesa si no hubiese en la realidad espaciotemporal, respectivamente, casos específicos de agua, de león, de árbol y de mesa? Son de esta manera estas esencias meramente contingentes, soportadas y mantenidas en el ser por las respectivas existencias fácticas.

Aparte de estas esencias (fuente del conocimiento experimental), debemos contar con otra clase singular de ellas donde hacer arraigar las verdades sintéticas a priori. Deben ser esencias precisas, de manera plena comprensibles y que provean al sujeto cognoscente de certidumbre absoluta. Estas esencias se encuentran, ante todo, en el campo de la Aritmética y de la Geometría. Ejemplos de ellas (mencionadas en muchas ocasiones por los pensadores) son la esencia de triángulo, de línea recta, de unidad, entre otras muchas. Se encuentran asimismo en el dominio de la Física teorética, en el que charlamos, por poner un ejemplo, de la esencia cambio, de la esencia movimiento, de la esencia fuerza, etc.. Mas asimismo se encuentran, a juicio de los fenomenólogos, en campos de forma tradicional estudiados por la filosofía, como, por poner un ejemplo, la Metafísica, la Moral, la Teoría del conocimiento, la Lógica, la Estética, la Teología, etc.. En esos campos charlamos, de hecho, de esencias como la de ser, de veras, de conocimiento, de proposición, de clase, de valor ética, de persona, de voluntad, de moralidad, de libertad, de amor, de belleza, de Dios, entre otras muchas. Y en esas esencias se dan estados de cosas que son base de respectivas verdades sintéticas a priori, como, por poner un ejemplo, “el ser y el no-ser se excluyen mutuamente”, “la verdad es intemporal”, “la certidumbre es propiedad esencial del conocimiento”, “el valor ética supone libertad”, “los valores morales solo pueden darse en seres personales”, “el apreciar implica cierto conocimiento de lo querido”, “el amor implica deseo de unión con lo amado”, “Dios existe necesariamente”, etc.. La labor primordial de la filosofía debe consistir, exactamente, a juicio de los fenomenólogos, en descubrir, describir y sistematizar estados de cosas establecidos en este género de esencias, cuya particularidad más relevante es la de ser esencias objetivamente precisas, esencias que se imponen al conocimiento de forma autónoma, con total independencia tanto del sujeto cognoscente como de la dimensión fáctica existencial en la que en verdad pueden estar efectuadas.

Intuición intelectual y esencias objetivamente necesarias

Estas esencias son, puesto que, precisas (notwendige Wesenheiten, las llaman los fenomenólogos del Círculo de Gotinga), absolutamente comprensibles y de cuyo conocimiento podemos lograr una certidumbre absoluta. Son esencias trascendentes, que no resultan, por consiguiente, de la actividad constituyente del sujeto cognoscente. El acceso cognoscitivo a ellas y a los respectivos estados de cosas (del mismo modo precisos) no es por medio de observación y también inducción, sino más bien a través de un singular acto de conocimiento, llamado intuición intelectual o bien eidética, un género de intuición fundamentalmente diferente de la intuición experimental. Si esta recae en el hecho individual sensible, externo o bien interno, contingente y espaciotemporalmente determinado, aquella tiene por objeto la esencia precisa, aespaciotemporal y rigurosamente universal. Conocer algo de estas esencias solo es posible con el socorro de esta intuición, que nos deja acceder a ellas en su mismidad y totalidad. A través de intuición eidética o bien intelectual conocemos, por poner un ejemplo, que el ser jamás puede darse en conjunción con el no-ser, que la moralidad, por ser lo que es, implica siempre y en toda circunstancia libertad y un ser personal, que en la esencia, en el eidos mismo del apreciar se encuentra implicado siempre y en todo momento un cierto conocimiento de lo querido, etc..Estas verdades son objetivamente precisas tal como lo son las esencias respectivas. La facticidad, la contingencia y la variabilidad del planeta espaciotemporal en nada les afectan. Este planeta real de existentes específicos podría ser muy, muy diferente del que es; pero, esas esencias y los hechos en ellas establecidos proseguirían siendo precisamente lo que ahora son desde nuestra perspectiva experimental, espaciotemporal. En esta clase de entidades, puesto que, la esencia prima sobre la existencia, justo lo opuesto que sucedía con las esencias precedentes, esencias auténticamente experimentales.

Intuición experimental, base sicológica de la intuición intelectual

No obstante, la intuición experimental es precisa, requisito indispensable para la intuición eidética. Sin aquella, esta no podría hacernos conocer esencias y estados de cosas objetivamente precisos. De hecho, sin la aprehensión experimental (sea sensible o bien imaginativa) de un cierto triángulo rectángulo, por poner un ejemplo, no podría acceder a lo que es en sí el triángulo rectángulo, a su esencia precisa, ni a los hechos del mismo modo precisos establecidos en ella de que la suma de sus 3 ángulos vale 2 rectos, de que su lado mayor se opone siempre y en toda circunstancia al ángulo mayor o bien de que el tamaño no es una de sus propiedades esenciales. No es que necesite de la observación reiterada de muchos triángulos rectángulos específicos para generalizar o bien inducir a partir de ellos el triángulo rectángulo general y sus pertinentes hechos o bien estados de cosas. Solo necesito examinar un caso específico, solo uno, para poder ver, intuir encarnado en él la especie, la esencia triángulo rectángulo, visión, intuición, que ahora presenta una clase no experimental, no sensible, sino más bien intelectual, eidética. De este modo, cuando tengo frente a mí un triángulo rectángulo individual, específico, espaciotemporalmente determinado, tengo asimismo al tiempo un triángulo por completo diferente, que capto asimismo de forma muy diferente, intelectualmente, racionalmente y no sensiblemente, como el precedente. Y lo que sé de este nuevo triángulo, lo sé de forma muy, muy diferente a lo que sé del anterior: lo sé necesariamente, con plena inteligibilidad, con absoluta certidumbre, lo sé de una vez por siempre, con completa seguridad de que en lo sabido jamás absolutamente nadie va a poder refutarme. La intuición experimental es, puesto que, requisito sicológico de la intuición intelectual y del conocimiento de las verdades eidéticas, mas estas no encuentran su fundamento de valía lógica en aquella, sino más bien en las pertinentes esencias objetivamente precisas.

La filosofía como ciencia rigurosa y apriórica

La base, la condición de posibilidad de las verdades sintéticas a priori la forman, puesto que, para Husserl y sus acólitos las esencias objetivamente precisas, esencias de las que se ocupan en sus respectivas investigaciones, por poner un ejemplo, tanto el geómetra y el aritmético como el metafísico, el lógico o bien el axiólogo. Unos y otros hacen prosperar sus respectivas disciplinas descubriendo y describiendo nuevos hechos o bien estados de cosas objetivamente precisos, establecidos en ellas. Las ciencias que versan sobre estas esencias son ciencias aprióricas, cuyo estatuto epistemológico es radicalmente diferente del de las ciencias experimentales. La filosofía, con sus distintas disciplinas, puede de esta forma transformarse en ciencia rigurosa con la condición de que se oriente a la investigación y sistematización de un tipo singular de esencias objetivamente precisas, las esencias filosóficas, de las que se han ocupado de forma tradicional los pensadores más insignes del pasado y del presente. La filosofía, puesto que, debe devenir decididamente en un saber a priori, asentado en el sólido, en el consistente suelo de esencias precisas de clase metafísica, epistemológica, lógica, moral, estética, ontológica, teológica, etc..

Con este planteamiento, como vemos, el campo del conocimiento sintético a priori se ensancha sensiblemente. Ya no es posible solo en la Geometría, en la Aritmética y en la Lógica, sino más bien asimismo en extensos dominios de la filosofía y en investigaciones teóricas sobre aspectos específicos de la realidad como, por servirnos de un ejemplo, la Acústica y la Cromática [?A].

Criterio de identificación de las esencias objetivamente necesarias

Por último, resulta necesario resaltar que no hay un criterio externo de identificación de las esencias objetivamente precisas, esencias susceptibles de conocimiento sintético a priori. De hecho, el criterio en cuestión viene dado inmanentemente con la esencia misma. Solo la atenta y meticulosa consideración de los objetos es suficiente para saber si tienen o bien no una esencia de esta clase. La patentiza, la claridad y distinción con que estas esencias tienen que presentarse a la intuición intelectual es aval suficiente para reconocerlas como semejantes. Desde entonces, en esta labor identificativa cabe el fallo, mas para evitarlo, no es preciso aplicar pauta o bien regla alguna extrínseca y precedente a la dación misma de la esencia; si esta es objetivamente precisa, tal carácter debe hacerse presente por sí solo a la atenta mirada intelectual del cognoscente.

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