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William McDougall
En cuanto a su teoría, McDougall escribe: “…hace empleo de todos y cada uno de los conocimientos logrados por la fisiología, en especial la fisiología del sistema inquieto, y la química del cuerpo. Insiste en que las actividades mentales son funciones fisiológicas del organismo total, funciones de suma importancia para la adaptación al medio”. “La naturaleza, puesto que, semeja presentar a nuestra contemplación sucesos de 2 clases diferentes: los físicos y los psicofísicos. Los primeros son los del reino de lo inorgánico, que las ciencias físicas explican de manera exitosa siempre y en toda circunstancia creciente en concepto de causalidad mecanicista (principio de causalidad que explica los hechos presentes dependiendo de la repercusión causal de otros antecedentes, sin referencia de ninguna clase a posibles acontencimientos futuros). Los sucesos psicofísicos, por otro lado, no pueden ser absolutamente explicados de esta manera; en un caso así es preciso tener en cuenta la previsión del posible curso futuro de los acontencimientos, y el ahínco orientado por tal previsión. Estos acontencimientos, estos sacrificios previstos, semejan ser instancias de un segundo tipo esencial de causalidad, ese tipo que llamamos intencionista o bien teleológica”. Sin duda, la conducta humana responde a una finalidad anteriormente admitida, o bien por lo menos, adoptada. Sin un motivo para vivir, sin un sentido de la vida, el individuo cae en una desorientación que le impide vivir una vida plena y satisfactoria. Al estimar una causalidad de tipo teleológico, la sicología no solo tiene que describir lo que el hombre es, sino más bien asimismo va a deber contestar con lo que el hombre habrá de ser. McDougall escribe: “…los sicólogos deben dejar de admitir la estéril y angosta concepción de su disciplina como ciencia de la conciencia, y hacer servir valientemente su intención de edificar la ciencia positiva de la conducta o bien comportamiento. La sicología no debe estimar que su labor consiste en la descripción introspectiva del flujo de conciencia, por el hecho de que esta es solo una parte preliminar de su trabajo. Tal «descripción introspectiva», tal «psicología pura» jamás puede formar una ciencia, o bien, al menos, no puede elevarse al nivel de una ciencia explicativa; jamás va a poder ser en sí de gran valor para las ciencias sociales. La base que todas y cada una requieren es una sicología fisiológica y comparativa que repose en buena medida sobre métodos objetivos y en la observación de la conducta de hombres y animales de todo género, en todas y cada una de las condiciones posibles de salud y enfermedad”. “Puesto que la sicología debe estudiar al organismo como un todo, considerando las actividades conscientes como funciones del organismo total, reconociendo que el organismo es asiento de muchos sucesos que, si bien no introspectivamente observables, son no obstante en muchos aspectos muy afines a los que podemos observar; y siendo que la observación de la conducta es esencial en todas y cada una de las ramas de la sicología, y en ciertas (por poner un ejemplo, en sicología animal) el único procedimiento de que se dispone,, puede decirse que toda la sicología es o bien habría de ser conductista. La sicología conductista (en este sentido) es aprobada por muchos sicólogos y pensadores que no niegan el valor de la introspección ni creen en la valía de las explicaciones puramente mecanicistas de la conducta humana y animal”. El hombre actúa sobre la base de herencia y también repercusión. Aspectos como los sentimientos, que son esenciales en nuestra conducta, son productos de la cultura y de la repercusión recibida. A este respecto escribe McDougall: “La emoción es una experiencia fugaz; el sentimiento es una predisposición adquirida, construida gradualmente mediante muchas experiencias y actividades emocionales”. “La teoría de los sentimientos es la teoría de la organización progresiva de las tendencias en sistemas que se convierten en las primordiales fuentes de todas y cada una nuestras actividades; sistemas que dan consistencia, continuidad y orden a nuestra vida de sacrificios y emociones; sistemas que por su parte se organizan armónicamente en otros más extensos, y forman de tal forma lo que con propiedad llamamos el carácter”. Etimológicamente, el término emoción viene del latín emotio, -onis que significa el impulso que induce la acción. En sicología se define como aquel sentimiento o bien percepción de los elementos y relaciones de la realidad o bien la imaginación, que se expresa físicamente a través de alguna función fisiológica como reacciones faciales o bien pulso cardiaco, y también incluye reacciones de conducta como la agresividad, el lloro. Las emociones son materia de estudio de la sicología, las neurociencias, y más últimamente la inteligencia artificial. William McDougall (veintidos de junio de mil ochocientos setenta y uno en Chadderton, Lancashire, Inglaterra – veintiocho de noviembre de mil novecientos treinta y ocho en Durham, USA) fue un sicólogo de principios del siglo veinte que pasó la primera una parte de su carrera en el R. Unido y la segunda parte en los E.U.. Escribió una cantidad de libros de texto enormemente influyentes, y fue particularmente esencial en el desarrollo de la teoría del instinto y de la sicología social en el planeta anglo parlante. Fue un contrincante del behaviorismo y se sostuvo algo apartado del mainstream del pensamiento sicológico anglo-americano en la primera mitad del siglo XX; mas su trabajo era bien conocido y respetado entre los legos. McDougall estudió medicina y fisiología en la Universidad de Cambridge y en la ciudad de Londres, y la Universidad de Göttingen. Tras educar en la University College London y la Universidad de Oxford, fue reclutado por William James a Harvard University, donde sirvió como maestro de sicología desde mil novecientos veinte a mil novecientos veintisiete. Después se pasó a la Duke University donde continuó hasta su muerte. Era un Fellow de la Royal Society. Uno de sus estudiantes fue Cyril Burt. Los intereses y simpatías de McDougall eran extensos. Estaba interesado en la eugenesia, mas se separó de la ortodoxia de darwiniana al aseverar la posibilidad de la herencia de peculiaridades adquiridas, como fue sugerido por Jean-Baptiste Lamarck; realizó muchos ensayos diseñados para probar este proceso.Oponiéndose al behaviorismo, defendió que la conducta está por lo general orientada a un fin (goal-oriented and purposive), un enfoque que llamó sicología hórmica (hormic psychology); no obstante, en la teoría de la motivación, defendió la idea que los individuo están motivados por un número significativo de instintos heredados, cuya acción pueden no comprender en forma consciente, de forma tal que no siempre y en todo momento comprender sus objetivos. Sus ideas sobre el instinto influenciaron con fuerza a Konrad Lorenz, pese a que Lorenz no siempre y en todo momento lo reconoció. McDougall underwentpsicoanálisis con C. G. Jung, y estaba dispuesto para estudiar parapsicología; en mil novecientos veinte sirvió como presidente de la Society for Psychical Research, y por año siguiente de su contraparte en los E.U., la American Society for Psychical Research. Por su interés en la eugenesia y su situación heterodoxa sobre la evolución, McDougall ha sido adoptado como una figura icónica por proponentes de la fuerte repercusión de peculiaridades heredades en la conducta, ciertos cuales son considerados por la mayoría de los sicólogos mainstream' como racistas científicos. Mientras que McDougall fue efectivamente una figura heterodoxa y siempre y en toda circunstancia presta a tomar una postura minoritaria, no hay razón para suponer que a la luz conocimiento sicológico moderno y los desarrollos políticos, hubiese apoyado la situación tomada por estos conjuntos. Pese a que escribió: "...; the few distinguished Negroes, so called, of America - such as Douglass, Booker Washington, Du Bois - have been, I believe, in all cases mulattoes or had some proportion of white blood. We may fairly ascribe the incapacity of the Negro race to form a nation to the lack of men endowed with the qualities of great leaders, even more than to the lower level of average capacity" (McDougall, William., The Group Mind, p.187, Arno Press, 1973; Copyright, mil novecientos veinte by G.P. Putnam's Sons). McDougall se casó a la edad de veintinueve ("against my considered principles", notifica en su ensayo autobiográfico, "for I held that a man whose chosen business in life was to develop to the utmost his intellectual powers should not marry before forty, if at all"). Tuvo 5 hijos. '....I am one of those who cannot find reason to believe in the existence of panaceas, elixirs of life, and philosopher's stones, one of those who believe rather that the price of liberty and human dignity is unceasing vigilance and perpetual struggle with the infirmities of our own nature. ....surely, if we would form some useful notion of what human beings may and should become under intensive cultivation, and, still more, if we would know how to conduct the process of cultivation so as to make some progress toward that ideal, we must start with some notion of the raw material provided by Nature for us to work upon! ....If I have a religion, its first precept is that we shall seek truth faithfully; and I would say this with Emerson: "God offers to every mind its choice between truth and repose. Take which you please. You perro never have both."' William McDougall, mil novecientos veintisiete, Character and the Conduct of Life. London : Methuen.