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Trastorno antisocial de la personalidad
El trastorno de personalidad antisocial (TPA), en ocasiones llamado sociopatía, es una nosología siquiátrica. Las personas que la sufren no pueden amoldarse a las reglas sociales, como son las leyes y los derechos individuales. Aunque puede ser detectada desde los quince años de edad, se calcula que los síntomas y peculiaridades vienen desarrollándose desde la adolescencia. Ya antes de los quince años debe advertirse una sintomatología afín mas no tan acentuada, se trata del trastorno disocial de la personalidad. Las personas que sufren este trastorno padecen un mal de clase siquiátrica, un grave cuadro de personalidad antisocial que les hace rehuir las reglas preestablecidas; no saben y no pueden moldearse a ellas. Pese a que saben que hacen un mal, actúan por impulso, cometiendo aun delitos graves. Es habitual que se confunda este trastorno con otros conceptos similares, como podrían ser la conducta delincuente, el comportamiento antisocial o bien la sicopatía. Mas son trastornos, si bien relacionados, de diferentes peculiaridades, con otros tratamientos y consecuencias. De pacto con estudios de la conducta antisocial, se ha estipulado la complejidad de identificar este trastorno. Replanteando de esta manera la carencia de atención a través de agentes externos (así sea educadores, familiares, etcétera) en estas conductas se han dejado pasar por alto muchas de sus peculiaridades para conseguir una identificación de este trastorno en el individuo. Para poder conseguir la identificación de este trastorno existen factores con los que se deberá trabajar. Empezando con la comparación de la conducta normal, puesto que estas conductas antisociales acostumbran a surgir ocasionalmente en el desarrollo normal (incluyendo la alteración de sexo), matizando los altos índices de conducta antisocial en pequeños y adolescentes que acarrean un desarrollo o bien patrón de cambio normal en su vida. Un caso de este razonamiento está presente en los estudios que hicieron Achenbach y Edelbrock (mil novecientos ochenta y uno) quienes observaron altos índices (desde un veinte-cincuenta por cien) de conductas antisociales concretas en menores de cuatro a dieciseis años, como destrucción y desobediencia en el hogar. Por otra parte estos rastros son parcialmente variaciones, puesto que por su significado histórico-cultural y geográfico no pueden ser un eje de generalización, sin embargo la comparecencia de estos rasgos de conductas sí es común en las etapas de desarrollo normal. La diversidad de sexo es asimismo un factor que influye en las conductas antisociales como etapa del desarrollo (Kazdin, Alan Y también. & Buela-Casal, Gualberto, mil novecientos noventa y cuatro). En conjunto, para la identificación de las conductas antisociales hay que tener muy presente las reglas de conducta en el desarrollo normal, rechazando la certidumbre en que por riñas y/o distracciones se defina un cuadro clínico en ese individuo, sin ya antes tener en consideración su edad y sexo. Por medio del marco de patentizas de las conductas patentizadas en el individuo, se puede clasificar la magnitud en la persona. Conforme Kazdin & Buela-Casal en su estudio, se hallan patentizas principales que sirven de guía para poder identificar algún trastorno clínico en la personalidad del individuo, una de estas es la frecuencia y también intensidad de conductas. Asimismo, en las acciones antisociales hay conductas de “baja frecuencia y alta intensidad” (Kazdin, Alan Y también. & Buela-Casal, Gualberto, mil novecientos noventa y cuatro), determinadas por el alto alcance del producto de semejante conducta que la frecuencia de la conducta a lo largo del desarrollo normal en el individuo (ej.: pequeño). Otra de las peculiaridades que se observa es la reiteración, la longanimidad y magnitud de la conducta en el individuo, siendo (conforme los estudios efectuados por los autores citados) una guía para poder delimitar niveles de la conducta antisocial. Como un ejemplo tenemos la conducta de aislamiento, esta conducta es posible que no llame la atención a externos, mas su tiempo, o sea, su extensión así como el comportamiento ya antes indicado, sí acarrea un alto valor. Por tanto, en estos estudios, las peculiaridades presentes son conjuntadas con el proceso de determinación en índices clínicos de la conducta antisocial. Desea decir (conforme estudios), que los pequeños que presenten todos estos manifiestos como: gravedad en la conducta, frecuencia y variaciones, no son justificados para algún tratamiento clínico, puesto que por su desarrollo de identificación de la conducta está en combinación con su desarrollo normal. Se estima que este trastorno es ocasionado por una pluralidad de factores. Muchos son de clase genética, mas asimismo tiene mucha relevancia el ambiente de la persona, singularmente el de los familiares directos, en su siguiente desarrollo. Los estudiosos asimismo estiman que existen factores biológicos que pueden contribuir en su progreso. La manifestación de procesos químicos anormales en el sistema inquieto y posibles daños en las unas partes del cerebro que atañen a la toma de resoluciones pueden llegar a despertar un comportamiento impetuoso y violento. Otra de las causas de TPA puede ser el abuso de estupefacientes. Si bien la sociopatía es más habitual entre los hombres que en las mujeres, no existen barreras de ninguna clase para sufrirlo. Mas para ser diagnosticado, la persona debe tener por lo menos dieciocho años de edad, si bien al menos desde los quince años ya puede presentar ciertos síntomas a fin de que el trastorno sea dictaminado con precisión. Entre las peculiaridades más habituales del TPA se hallan la ausencia de empatía y remordimiento, asimismo una visión de la autoestima distorsionada, una incesante busca de nuevas sensaciones (que pueden llegar a extremos inusuales), la deshumanización de la víctima o bien la carencia de preocupación a las consecuencias. El egocentrismo, la megalomanía, la carencia de responsabilidad, la extraversión, el exceso de hedonismo, altos niveles de impulsividad, o bien la motivación por probar sensaciones de control y poder asimismo son muy habituales.Esta clase de trastorno puede ir acompañado con accesos de pánico o bien con esquizofrenia. Dentro de los síntomas comunes que pueden predominar en la conducta antisocial, se halla el síndrome de aislamiento. Este síndrome es asimismo nombrado como escapada o bien evitación, este síndrome es caracterizado por su particularidad de aislamiento, mas se manifiesta como una tendencia a evadir o bien eludir relaciones y/o contacto con las demandas sociales; esta conducta consta de lo reservado y lo retraído que puede ser un individuo en exactamente la misma sociedad y quienes les rodean. Según los estudios efectuados, estos individuos padecen la crítica, el rechazo, o bien menosprecio de la sociedad, en consecuencia a través de esa incomodidad usan un procedimiento de defensa para eludir esas contrariedades, exactamente encaran inconvenientes para las relaciones interpersonales. Como es descrito en estos estudios de la conducta, estos individuos encaran una lucha incesante para salir de sí y expandirse a las relaciones sociales. Esta conducta no únicamente se caracteriza de una negación total a las relaciones interpersonales de los individuos, sino por su incesante lucha de salir de sí, verdaderamente tienen un deseo de poder conseguir dichas relaciones, estas relaciones solo se dan con personas con las que sientan empatía. Esta lucha entre el deseo y el miedo causan en estos individuos una frustración hasta sentirse fracasados. En consecuencia, esta frustración puede traer consigo el cobijo en la fantasía como la introversión. Según Quintana, Guillermo (mil novecientos noventa y seis) usa a Millon como recurso a la identificación de los diferentes géneros de evitación en la conducta. También, Quintana (mil novecientos noventa y seis) parte con la premisa que conforme a Millon hay 2 clases primordiales de evitación, son: la evitación social activa y la evitación social pasiva. La activa se define por el miedo de ser rechazado y va a ser alto el índice de evitación, esto es por la falta de confianza en sí, es decir un aislamiento forzado por inseguridad; la pasiva es descrita por incapacidades emocionales; en consecuencia, el mecanismo de defensa de estos individuos es aferrarse a un planeta de fantasías y a su fantasía interpersonal. Durante la etapa de desarrollo las tendencias que pueden reflejarse tienden ser de evitación o bien aislamiento, y no extensas. Cuando estas etapas de conductas dejan de formar parte del desarrollo, la situación se agudiza cuando estas conductas afectan al manejo y funcionamiento del pequeño, como resultados se muestran en otros (progenitores, maestros, etcétera) en esta situación merece la participación de evaluaciones clínicas. En consecuencia, se hallan ciertas y primarios factores de los trastornos de conducta que repercutirán como influyentes a la conducta social en pequeños y adolescentes. Tales factores primordiales son: el contexto familiar, las condiciones ambientales y medios tecnológicos como factores que pueden ser de repercusión a un alto índice en la conducta antisocial. Empezando con el contexto familiar en los pequeños, conforme los estudios, la conducta antisocial está relacionada con el comportamiento de los progenitores de este pequeño o bien joven. Este comportamiento puede estar sujeto a alguna conducta delictiva y alcoholismo del padre o bien la madre como asimismo la infidelidad y/o enfrentamientos personales entre la relación. Como segundo razonamiento las condiciones ambientales o bien contexto en el hogar de ese pequeño son papel de peligro para una conducta antisocial mayor en el trastorno, esto se le incluirá las relaciones que tienen ellos con sus progenitores. Como último factor se tiene a los medios tecnológicos como factores de peligros en el pequeño. Las personas con trastorno de personalidad antisocial no consiguen aceptar que están en frente de un inconveniente que ha de ser tratado (egosintonía). Es por esta razón que es esencial que exista un estímulo externo que les deje admitir dicha condición. Puede venir desde la propia familia como asimismo desde la justicia, que le ordene un tratamiento en vistas de los inconvenientes que le puede conllevar. Este trastorno puede agravarse, en ciertos casos, en especial cuando la persona a tratar tiene como hábito el consumo de drogas. Muchos géneros de terapia pueden cooperar a soportar de mejor modo la enfermedad. La terapia grupal puede ser clave para hacer comprender a quien puede interaccionar con el resto sin precisar violencia o bien menosprecio. La terapia de comportamiento cognitivo y la terapia de modificación pueden contribuir a trastocar los patrones conflictivos de pensamiento que el tratado tiene y a alentar los comportamientos positivos en sociedad. Dentro de la órbita siquiátrica, los fármacos se emplean para combatir síntomas concretos, como la agresividad y la irritabilidad. Los medicamentos conocidos como “antipsicóticos” han probado lograr el éxito en el tratamiento del trastorno. Aunque se supone que el TPA es una enfermedad crónica, ciertos síntomas -singularmente el comportamiento delincuente- pueden ir reduciendo con lentitud transcurrido el tiempo y un tratamiento conveniente.Definición y también identificación de la conducta
Características de la conducta antisocial
Síntomas y Síndrome antisocial
Factores influyentes a la conducta antisocial en pequeños y adolescentes
Véase también
Bibliografía complementaria