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Perseverancia de las creencias
Las opiniones «guían los comportamientos ulteriores, provocan emociones particulares y también influyen en siguientes procesos cognitivos» y su desarrollo, afirman Guenther y Alicke (dos mil ocho) —que citan a Gilbert (mil novecientos noventa y uno)—, ocurre más en forma automática, lo que ayuda a explica por qué razón subsisten a la información que las refutan. Esta persistencia en frente de la patentiza contradictoria es un tema de consideración en distintas áreas de la sicología, como el estudio del corte de correspondencia, los estudios «psicolegales» sobre las pruebas inaceptables y las investigaciones sobre la capacitación de impresiones. Por su lado, Ross y Anderson (mil novecientos ochenta y dos) aseveran que las opiniones semejan ser «considerablemente resistentes frente a los retos experimentales que semejan como es lógico devastadores». Ovejero Bernal (dos mil nueve) define al «sesgo de constancia en la creencia» como la persistencia de las opiniones y concepciones iniciales, «incluso cuando los fundamentos en que se fundamentaban han quedado desacreditados». Existen 3 géneros de constancia de las opiniones, uno implica las impresiones sobre sí mismo, otro las impresiones sociales —creencias sobre personas específicas— y un tercero las «teorías ingenuas» —creencias sobre de qué manera marcha el mundo—. Diversas investigaciones se han centrado en la constancia de las opiniones. El primer estudio se realizó por Festinger, Riecken y Schachter. Estos sicólogos se inscribieron a una secta cuyos miembros estaban persuadidos de que el planeta acabaría el veintiuno de diciembre de mil novecientos cincuenta y cuatro. Una vez que la predicción falló, la mayor parte de los fieles aún se aferraron a su fe. No obstante, Guenther y Alicke (dos mil ocho) aseveran que fue la de Ross, Lepper y Hubbard (mil novecientos setenta y cinco) la que «estimuló el extendido interés en este fenómeno». En ese estudio, los autores pidieron a un conjunto de personas distinguir entre notas suicidas verdaderas y falsas. Haciéndoles pensar que se valoraba su capacidad de empatía y sensibilidad social, se hicieron observaciones señalando un aparente éxito o bien descalabro en su trabajo. Por último, a la mitad de los sujetos se les explicó que las observaciones eran falsas. A pesar de esta aclaración, los sujetos que recibieron una retroalimentación triunfante proseguían evaluándose más de forma positiva, en contraste a los que recibieron observaciones de descalabro. Después, Jennings, Lepper y Ross (mil novecientos ochenta y uno) consiguieron contestar los resultados de Ross, Lepper y Hubbard (mil novecientos setenta y cinco), en esa ocasión al probar que las personas sostenían sus primeras impresiones sobre su habilidad de persuasión después de que las pruebas de aparente éxito o bien descalabro fuesen «completamente desacreditadas». En este sentido, Guenther y Alicke (dos mil ocho) aclaran: «alguien que tiene éxito o bien fracasa imagina diferentes factores causales que podrían haber causado tal resultado y cuando las observaciones iniciales son desacreditadas, estas nuevas inferencias causales afectan desapercibidamente las atribuciones del individuo». Un equipo de sicólogos de la Universidad Estatal Wayne de Michigan dio patentiza auxiliar respecto a la constancia de las opiniones. En un experimento habitual, los sujetos pasaron cerca de 4 horas siguiendo un manual práctico de instrucciones. En determinado punto, el manual presentaba una fórmula que los llevó a opinar que las esferas son cincuenta por ciento más grande de lo que son. Entonces se les dieron una esfera real y les solicitaron determinar su volumen; primero usando la falsa fórmula y después llenando la esfera con agua, trasfiriendo el agua a una caja, y midiendo de forma directa el volumen del agua en la caja. En el último experimento en esta serie, cada uno de ellos de los diecinueve sujetos tenía un doctorado en una ciencia natural, trabajaba como estudioso o bien maestro en una de 2 universidades sobresalientes, y hizo una segunda comparación entre los 2 volúmenes con una esfera más grande. Sin embargo, todos sino más bien uno de estos científicos se aferraron a la fórmula falsa pese a sus observaciones experimentales y pese a las brechas enormes entre la elabora y sus observaciones experimentales. Baron (mil novecientos ochenta y cinco) plantea diferentes motivaciones o bien explicaciones tras la constancia de las opiniones. En primer lugar, una motivación social, puesto que el individuo podría meditar que cambiar de parecer es mal visto por otros y, por ende, al sostenerse en su situación da muestras de integridad y confianza. Por otra parte, se plantea la confusión: «en la relación entre creencias» —específicamente «la falsa idea de que una creencia es una prueba esencial de otra — y entre 2 objetivos —«crear una defensa (unilateral) para persuadir a alguien más (o bien a sí mismo) de una situación que se "sabe" verdadera; y descubrir qué situación debería sostenerse»—. Por último, Baron apunta que este fenómeno podría implicar un solo esquema que se corresponde con la hipótesis favorecida y que conduce a diferentes esperanzas. Al confirmarse una de ellas, el esquema se robustece. Sin embargo, al presentarse pruebas contrarias, el individuo no tiene formas de emplearlas y es, por consiguiente, tal y como si fuesen «simplemente irrelevantes». Sin embargo, distintos estudios han apoyado la idea de que la constancia de opiniones puede ser resultado de que el individuo produzca explicaciones que apoyen sus opiniones. En una investigación, Anderson, Lepper y Ross (mil novecientos ochenta) dieron a un conjuntos de personas uno de 2 casos de estudios que sugerían una relación positiva o bien negativa entre la toma de peligros y el éxito al desempeñarse como bombero. Más tarde, se pidieron explicaciones escritas de esta relación a ciertos sujetos de estudio. Los estudiosos hallaron que, a pesar de informar que los reportes de caso eran falsos, los sujetos proseguían creyendo en lo que el reporte señalaba. Por tanto, los autores concluyeron que sus resultados apoyaban «la hipótesis de que la constancia de las opiniones puede estar parcialmente mediada por la generación de explicaciones causales o bien escenarios que siguen implicando la precisión de la creencia inicial, aun frente a la ausencia de cualquier patentiza relevante directa».