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Otro
La definición del Otro es una parte de lo que explica a uno mismo (véase sí-mismo y autoconcepto), aparte de a otros fenómenos y unidades culturales. Las ciencias sociales han empleado el término para entender el proceso por el que las sociedades y conjuntos excluyen a «otros» que no encajan en su sociedad o bien ocupan un sitio subordinado en ella. La noción de «otredad» forma asimismo parte integral de la entendimiento de una persona, puesto que es el individuo mismo el que acepta un rol con relación a “otros” como una parte de un proceso de reacción que no tiene por qué razón estar relacionado con la estigmatización o bien la condena. La noción de Otredad está muy ligada a las identidades nacionales, por el hecho de que las prácticas de admisión y segregación pueden formar o bien sostener las fronteras y el carácter nacional. La Otredad ayuda a distinguir entre la familia y lo lejano, entre la verdad y lo dudoso. Con frecuencia implica la demonización y deshumanización de un conjunto, que procura justificar la explotación de ese Otro inferior aduciendo razones civilizatorias. El pensador alemán Hegel, fue de los primeros en introducir la idea del otro como una parte del Autoconocimiento; refiriéndose al hombre que todavía no es consciente, escribió: «Cada conciencia persigue la muerte del otro», deseando decir que cuando se perciben diferencias entre tú y el Otro, se crea un sentimiento de alienación, que se procura solucionar a través de la síntesis. La solución se halla reflejada en la conocida parábola de Hegel de la dialéctica del amo y el esclavo.i. Como antecedente directo tenemos a Fichte. Husserl empleó esta idea como base para su idea de la intersubjetividad. Sartre asimismo recurre a esta dialéctica en El ser y la Nada, cuando describe de qué manera el planeta se ve perturbado por la aparición de otra persona y semeja virar en torno a ella. Sin embargo, Sartre, no procuraba una solución a este inconveniente por estimar que se trataba de un sentimiento o bien fenómeno y no de una amenaza radical. De Beauvoir usó al Otro, de forma afín a Sartre, en El Segundo Sexo; en verdad, emplea la dialéctica del amo y el esclavo de Hegel como analogía, en muchos aspectos, de la relación entre hombres y mujeres. El psicoanalista francés Jacques Lacan y el pensador franco-lituano Emmanuel Lévinas dieron al Otro un significado absolutamente diferente. Lacan vinculó al Otro con el orden simbólico y el lenguaje. Lévinas lo conectó con el Dios tradicional de las escrituras, al que llamó «Otro infinito». Freud habla del Otro en el sentido de todo aquellos que no es YO, de esta forma por poner un ejemplo mienta el "afuera" que es todo lo que no es la persona en sí, o sea lo otro, aun da a la madre el papel del primer Otro, puesto que es esta quien da al pequeño las primeras nociones de que existe puesto que funge como la primera fuente de placer, le da un nombre al que contestar y generalmente lo moldea. Es entonces la madre el primer otro. Véase "el malestar en la cultura". Éticamente, para Lévinas, el Otro es superior o bien precedente a uno mismo. La pura presencia del Otro provoca preguntas tanto si se le ayuda tal y como si se le ignora. Este término y el del encuentro frente a frente fueron reinterpretados después, mencionando a la idea de Derrida sobre la imposibilidad de una presencia pura del Otro (el Otro puede referirse a algo diferente que no sea un primer encuentro puro con la alteridad), lo que sí propuso inconvenientes con relación a la lengua y su representación. Una reconceptualización mejorada, merced al análisis de Lévinas sobre la diferencia entre «el dicho y lo dicho», dando siempre y en toda circunstancia prioridad la moral y no solo a la metafísica. Lévinas habla del Otro en concepto de insomnio y vigilia. Es un éxtasis o bien exteriorización del Otro, lo que siempre y en todo momento lo sostiene alén de cualquier intento de atrapa. Esta alteridad es inacabable (o bien infinita); si bien se mate al Otro, la alteridad continúa, puesto que no ha sido negada ni controlada. Esta «infinitud» del Otro dejará a Lévinas explorar otros aspectos de la filosofía y la ciencia que ocupan un sitio secundario en su moral. Lévinas escribe: El Otro, como término genérico de Filosofía, se puede emplear además para charlar del inconsciente, el silencio, la insensatez, el Otro del lenguaje(por poner un ejemplo, lo que se implica y no se afirma, lo tácito), etc. También puede darse una tendencia al relativismo si es el Otro, como alteridad pura se transforma en un término que ignora que la verdad es una parte del planeta. Además, pueden surgir inconvenientes con los usos no éticos del término (y relacionados) que fortalece estas divisiones. La antropología es la ciencia que se hace cargo del estudio del otro cultural. La manera de edificar al otro desde la Antropología fue cambiando a lo largo del tiempo, sus 2 primordiales instantes son el otro como diferente y el otro como diverso. Esta teoría es la primera que existe en la Antropología y tiene fuerza a lo largo del siglo xix y el principio del siglo xx. El sustento de la teoría es evolucionista, y se fundamenta en 3 supuestos: Las personas iguales en frente de iguales estímulos deberían reaccionar igual, de ahí que hay una única cultura que va avanzando por medio de diferentes periodos. Las etnias diferentes a la occidental se las considera supervivencias del pasado. Estas supervivencias presentan 3 peculiaridades, son precedentes en el tiempo, o sea que en la evolución cultural se hallan en un instante más antigua; tienen más ausencias, por que se cree que tienen menor cantidad de tecnología y por ende de aparejos y herramientas, y son más confusas y también indiferentes debido a que tienen todas y cada una de las instituciones de la sociedad occidental mas aún no se llegan a distinguir. Esta teoría brota en el siglo xx basándose en el relativismo con lo que mantiene que hay que mirar a las otras etnias desde las otras etnias y no desde la propia. El relativismo cultural considera a todas y cada una de las etnias como contemporáneas( diferente al evolucionismo) y con presencia de todos y cada uno de los atributos culturales. Pese a que no tengan atributos culturales de occidente tienen otros atributos culturales de igual relevancia. Para estudiar a las otras sociedades emplean el mecanismo de la traducción, donde procuran los similares entre las instituciones occidentales con los de las otras etnias. Por tal razón ciertos autores los consideran etnocentristas. Simone de Beauvoir alteró la noción hegeliana del Otro para usarla en su descripción de la dominación masculina en la cultura. En su entender, en las relaciones entre hombres y mujeres, estas últimas se ubican en la situación del Otro. Por ende, el término del Otro tiene suma importancia en los estudios sobre el sistema basado en las diferencias de género. Conforme Michael Warner: El moderno sistema basado en el sexo y el género no podría marchar si no tendiésemos a interpretar la diferencia entre géneros como una diferencia entre el Yo y el Otro... Transformar al sexo opuesto en un objeto sexual se considera algo normal y una de las maneras paradigmáticas de interesarse por el Otro o bien, de forma más general, por los otros Por lo tanto, conforme Warner, el psicoanálisis freudiano y lacaniano una parte de la idea heterosexista de que si uno se siente atraído por personas de su sexo es inútil de distinguir entre el Yo y el Otro, entre la identificación y el deseo; tiene una función recesiva o bien inhibida. Considera además que la heteronormatividad cubre sus necesidades narcisistas proyectando o bien desplazándolas cara la homosexualidad. De Beauvoir piensa que el Otro es una minoría,la menos favorecida y de forma frecuente mujer, a la que se equipara con un hombre «que representa tanto lo positivo como lo neutro, como señala la utilización de la palabra hombre para designar al humano normalmente. La mujer, en cambio, solo representa lo negativo definido con ayuda de criterios restrictivos y con una total ausencia de reciprocidad» (McCann, treinta y tres). Betty Friedan se hacía eco de esta idea cuando entrevistaba a mujeres y la enorme mayoría de ellas se identificaban con su papel en la esfera privada, sin buscar logros personales. De manera automática se identificaban con el Otro sin saberlo. Aunque las construcciones sociales tienden a determinar lo que debe considerarse el Otro, la verdad es que esa sociedad puede alterar su creación (Haslanger). Cheshire Calhoun hizo un esmero por terminar con esta noción del Otro y planteó deconstruir el término de «mujer» vinculado a la subordinación y reconstruirlo probando que la dominación masculina no es en lo más mínimo precisa para cubrir cierta falta de razón en las mujeres (McCann, trescientos treinta y nueve). Pensó que este esmero contribuiría a crear una nueva idea del Otro minimizando las connotaciones jerárquicas de la palabra. Edward Saíd aplicó la idea feminista del Otro a los pueblos colonizados (sobre todo en sus obras sobre los habitantes de Oriente Medio, los árabes por norma general y los palestinos concretamente). Sarojini Sahoo, una escritora feminista hindú, comparte la opinión de Beauvoir de que las mujeres solo van a poder liberarse «pensando, actuando, trabajando y creando precisamente igual que los hombres. En lugar de despreciarlos se considera su igual». Mas no está conforme con la idea de que las mujeres, incluso teniendo exactamente el mismo estatus que los hombres como humanos, sean diferentes y tengan su identidad. Su «Otredad» es real mas no casa con la noción hegeliana del Otro; su situación no siempre y en todo momento se debe a las demandas «activas» y «subjetivas» de los hombres. Son los «Otros» que admiten, sin saberlo, la subyugación como una parte de su subjetividad [2]. La opinión sartreana en comparación con Otro más famosa es aquella según la que el Otro (el "prójimo") es alienante en la medida en que es un objeto que por su parte objeta y objetiviza al ego; esto se resume en la oración sartreana El averno es la mirada del otro. Por contra para Merleau-Ponty el Otro es el fundamento para la existencia del sujeto. Estas creencias antagónicas dieron sitio a la insigne "polémica Sartre vs Merleau-Ponty". Inicialmente para Sartre todo otro (todo prójimo) en tanto tiene la capacidad de observar ( y objetar) al ego, es una especie de contrincante, especialmente en lo que se refiere a que el ego por su parte percibe como objeto al otro (acá Sartre semeja relegar intencionalmente la subjetividad). No obstante esta postura sartreana es revisada por exactamente el mismo Sartre (por servirnos de un ejemplo en Crítica a la razón dialéctica). En la obra citada, Sartre observa una evolución desde una relación alienante primera entre los sujetos hasta -con el devenir- una relación positiva y proactiva entre ellos, en tal caso ya el otro deja de ser un contendiente o bien un objetador. Lacan por su lado hace una consideración del Otro influido en buena medida por Sartre y por Merleau-Ponty; en la polémica "Sartre frente a Merleau-Ponty", Lacan ( debido a sus investigaciones y experimentaciones -como aquella del estadio del espéculo-) se acerca a la opinión de Merleau-Ponty. No obstante existiendo una muda y mutua rivalidad entre Lacan y Sartre ninguno de los 2 reconoció los puntos en común que tenían en su conceptualización del Otro. En Lacan el Otro es al tiempo el prójimo (cada otro sujeto separadamente) y todo el conjunto de sujetos que forman a la cultura y la sociedad desde el origen de la humanidad. En esa segunda consideración es que Lacan utiliza la palabra siempre y en todo momento con mayúscula inicial, y en sus notaciones es representado a través de una A (inicial de la palabra francesa Autre=Otro)*. El Otro cuando conjunto de sujetos que forman a la cultura y a la sociedad es calificado por Lacan de Tesoro de los significantes, esto es, es de semejante entidad que cada sujeto separadamente recibe el lenguaje; por esto se comprende la oración lacaniana El sujeto es hablado por el Otro y su alteración el sujeto es pensado por el Otro.Desde el Otro es que el sujeto tiene un lenguaje y es desde el Otro que el sujeto piensa (en esto hace Lacan una modificación al cogitocartesiano, al cogito luego sum -pienso luego existo-: absolutamente nadie piensa en un inicio desde su ello (puesto que todavía no está formado) o bien desde su sí mismo, sino lo hace desde lo que recibe por alienación, por la sanción que le hace el código de la lengua desde el Otro, conformando en primera instancia el inconsciente y desde el que se atarán los 3 registros -real, simbólico y también imaginario-). Sin embargo -opina Lacan- el sujeto cae en una falacia si piensa que por percibir los significantes desde el Otro, el Otro le podrá satisfacer en todo, le dará contestaciones para todo, el Otro da significantes -considera Lacan- mas da pocos significados (vulgarmente hablando: da pocas "explicaciones"), es precisamente por esto que a tal aspecto del Otro, Lacan, lo representa con una A tachada (tachada con una \). Por lo demás al formarse el ello de cada sujeto desde el Otro, asimismo resulta ser el deseo instalado en todos y cada sujeto un deseo proveniente del Otro y dirigido cara el Otro, esto se resume en el apotegma: el deseo es el deseo del Otro. El primer sujeto vicario o bien representante del Otro para todo sujeto es su madre (Lacan acostumbra a representarla con una "a" -de autre-), en las notaciones y matemas lacanianos debe evitarse confundir esta "a" que representa a la madre del sujeto con el llamado objeto a. De la madre cuando prójimo (próximo) primero de cualquier sujeto, se conforma la subjetividad desde su deseo y ley, hecho que se plasma a lo largo del estadio del espéculo, no obstante la madre es un otro que -sin saberlo- solo transmite una parte de la informacióndel Otro (o sea de todo el conjunto que es la sociedad y la cultura), más todavía, la madre solo va a ser eficiente si media entre ella y el infante la función paterna, función simbólica en la que la relación diádica madre-hijo se abre a un tercero. Lacan hace un juego con las palabras con las palabras francesas parofónicas autre (otro) y être (ser).El Otro como distinto
El otro como diverso