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Número de Dunbar
Los primatólogos —aquellos que estudian el comportamiento de los primates— apreciaron en sus investigaciones que, dada su naturaleza enormemente social, los primates no humanos deben sostener un contacto personal con el resto miembros de su conjunto social. El número de miembros del conjunto con los que un primate puede sostener dicho contacto semeja estar limitado por el volumen de la neocorteza cerebral. Esto sugiere que hay un índice de tamaño de conjunto social conforme la especie, diferenciable por el volumen del neocórtex. En mil novecientos noventa y dos, Dunbar utilizó la relación observada en primates no humanos para pronosticar el tamaño del conjunto social de los humanos. Dunbar pronosticó un conjunto de un tamaño de ciento cuarenta y siete con ocho (generalmente redondeado a ciento cincuenta), si bien lo consideró un valor aproximado. Dunbar equiparó esta predicción con conjuntos observables de humanos. Empezando con la asunción de que la neocorteza humana se desarrolló hace cerca de doscientos cincuenta cero años, procuró en la literatura antropológica y etnográfica para efectuar una suerte de censo sobre tamaños de conjuntos sociales en las sociedades nómadas. Dunbar apreció que los conjuntos caían en 3 categorías: de treinta-cincuenta, cien-doscientos, y quinientos-dos mil quinientos individuos. Los tamaños de tribus y villas investigados por Dunbar asimismo parecían acercarse a este valor pronosticado, incluyendo ciento cincuenta como el tamaño estimado de un poblado granjero de la era neolítica; ciento cincuenta como el punto de quiebra y separación de un asentamiento de huteritas; doscientos como el número máximo de académicos en la sub-especialización de una disciplina; ciento cincuenta como el tamaño básico de una unidad militar profesional en la Roma vieja y en los tiempos modernos desde el siglo XVI. Dunbar teorizó que un conjunto con un tamaño de ciento cincuenta personas debía tener un incentivo altísimo para sostenerse juntos. A fin de que un conjunto de este tamaño tuviese esa cohesión, Dunbar especuló que al menos un cuarenta y dos por ciento del tiempo el conjunto debía dedicarse a la socialización. Correspondientemente, solo conjuntos bajo una intensa presión de supervivencia, como poblados de subsistencia, tribus nómadas y conjuntos militares, pudieron, en promedio, lograr la cantidad de ciento cincuenta miembros. Es más, Dunbar apreció que semejantes conjuntos están prácticamente siempre y en todo momento cerca físicamente. Un conjunto desperdigado tendría menos nudos, al encontrarse sus individuos de forma menos usual. Por ende, los conjuntos de ciento cincuenta miembros solo aparecerían debido a una necesidad absoluta; por servirnos de un ejemplo, a una presión económica beligerante. Dunbar planteó asimismo que el lenguaje puede haberse generado como un instrumento para socializar de manera fácil, en tanto que sin el lenguaje los humanos habrían debido ocupar prácticamente la mitad de su tiempo en socialización, lo que habría hecho que cualquier sacrificio de colaboración productiva fuera prácticamente imposible. El lenguaje puede haber proporcionado cohesión a las sociedades, reduciendo la necesidad de amedrentad física y social. El número Dunbar se transformó entonces en un tema de enorme interés en la antropología, la sociología, la estadística y la administración de empresas. El número de Dunbar se ha aplicado a diferentes géneros de políticas sociales, en lo referente a su viabilidad; se estima que, conforme la teoría de Dunbar, a pequeña escala —menos de ciento cincuenta individuos— la mayor parte de los órdenes sociales, como el socialismo, el fascismo y otras ideologías centralizadas, podrían marchar apropiadamente, mas, al acrecentar la población, la complejidad de sostener apropiadamente relaciones controladas entre los individuos haría que brotasen inconvenientes. La teoría asimismo se aplica a inconvenientes de superpoblación, en tanto que, cuanto más se distancie un conjunto social de la media hipotética de ciento cincuenta en cualquier sistema acotado, por servirnos de un ejemplo una urbe, más probable va a ser la aparición de enfrentamientos, como los que se ven el día de hoy en día: polución ambiental, crimen, discriminación, guerra, etc.. Esto no desea decir que la población mundial deba reducirse a solo ciento cincuenta individuos, puesto que sería prácticamente imposible, mas sí que cuanto menos se distancie cada comunidad o bien población de la media de ciento cincuenta, menos inconvenientes sociales va a haber. Las redes sociales amplían los límites del social grooming dejando, por servirnos de un ejemplo, que felicitemos el aniversario o bien mandemos un tweet o bien mensaje corto sobre lo que hacemos a cualquiera sin mucho sacrificio, lo que produce eso que todos estamos verificando conforme comenzamos a emplear las redes sociales: jamás, en ningún aniversario, acontecimiento esencial para nosotros como un cambio de trabajo, durante estos años, nos había llegado a felicitar tanta gente. Y no es que seamos más populares o bien más queridos que el año precedente, es sencillamente que la red social lo recuerda, y reduce el ahínco preciso para hacer esa labor social, hasta transformarlo en un simple click./P>