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wikiBarrio Lapa en Río, históricamente un sitio de encuentro de malandros.O que va a ser de mimEl malandro es un personaje convocado frecuentemente en las letras de samba. La indicada es una grabación del año mil novecientos treinta y uno, al cargo de Francisco Alves y Mário Reis, samba compuesto por Ismael Silva, Nilson Bastos, y Francisco Alves.¿Inconvenientes al reproducir este fichero?

Malandragem es un término de portugués que podría ser traducido a de España como malandraje, y que apunta la manera de actuar de los malandros o bien malandras, es decir de los "chicos malos y zorrillos" ("bad boy"), de los "callejeros", de los "pandilleros" tienden en agruparse en "banditas de malandras". Este comportamiento de determinado género de jóvenes, propio de ciertas grandes urbes de Brasil, abarca un conjunto de artimañas usadas por los malandros para conseguir ventajas en ciertas situaciones, que en muchas ocasiones limitan con lo ilegal, y que en líneas generales se identifican por la ingeniosidad y la sutileza y el engaño. La ejecución de las acciones preparatorias y del resultado de estas artimañas demanda habilidad, carisma, simpatía, sencillez de palabra, y cualquier otra cosa que facilite manipulación de personas o bien de situaciones, de forma de conseguir apoyos o bien favores de los implicados, y de la forma más simple y con el menor peligro posible.


Naturalmente el malandro es inmoral al actuar, puesto que engatusa, engaña, enmaraña, confunde, puesto que siempre y en toda circunstancia supone que actuar en forma limpia y sincera no produce los resultados más recomendables. El malandro, es decir el que practica el malandraje, actúa conforme con ese popular adagio brasileño inmortalizado con el nombre de Ley de Gérson: "gosto de izar vantagem em tudo" ("me agrada llevar ventajita en todo").


Junto al llamado jeitinho, el malandragem puede ser considerado otro modo de actuación social típicamente brasileiro (si bien no solamente brasileiro), y que en lo básico se distingue del jeitinho en el sentido de que al de esta manera actuar, en la mayor parte de las veces, la integridad de las personas de buena fe y/o los intereses de las instituciones son ciertamente lesionados, a tal punto de poder acotar esta cuestión como moralmente lesiva o bien judicialmente dolorosa. El malandragem que tiene éxito supone que se consigan ventajas sin que su acción se haga percibir en la mayor parte de los casos, o bien cuando menos esa es la pretensión. En términos populares y simples, puede decirse que el "malandro" engaña a la víctima (al otario, al imbécil), sin que este perciba que es engañado (cuando menos en un primer instante).


A veces, el malandragem es considerado en el imaginario popular brasileño como una herramienta de justicia individual. De hecho, frente a la fuerza de las instituciones habitualmente opresoras, el individuo "malandro" es el curupira que trata de buscar y de vulnerar el "talón de Aquiles" de la sociedad allí donde se halle, para entonces salir como una suerte de moonwalker ("paseante en la luna") con total desenfado.


Tal como el jeitinho, el malandragem es un recurso que requiere habilidad y habilidad, y es empleado por individuos muy frecuentemente de poca repercusión social y de poco nivel educativo, que naturalmente son socialmente desfavorecidos con menos posibilidades en una serie de aspectos. A propósito, esto no impide que esta forma de actuación sea asimismo empleada o bien imitada por individuos mucho mejor posicionados socialmente. A través del malandragem, por poner un ejemplo se pueden conseguir ventajas ilegales en juegos de azar, o bien en los negocios, o bien en la vida social, o bien en los estudios, etcétera Se puede estimar "malandro" por poner un ejemplo a un adultero que persuade a la mujer de que su activar tenía otra finalidad. Se puede estimar "malandro" quien a una autoridad o bien a un inspector solicita "da um jeito", para no abonar una multa tal y como se debería. Se puede estimar "malandro" al "jugador" que manipula las cartas y lleva para sí una mano de apuestas.

Chapéu-palheta, un accesorio imprescindible para el malandro brasileño de la década del treinta.

El estereotipo del habitual malandro brasileño brotó en la primera mitad del siglo veinte. Cargado de determinado romanticismo, fue eminentemente inmortalizado en muchas letras de samba. Conforme con este estereotipo propagado por el samba, el malandro es en especial carioca y habita los ghettos de Río de Janeiro; además de esto, utiliza canotier o bien panamá, y calza zapatos de colores blanco y negro.


Viste camisa negra con listones blancos (es una parte de su identidad, muy probablemente por imitación del uniforme del club Botafogo de Futebol y también Regatas), aparte de ostentar algún detalle colorado y medias blancas, y siempre y en todo momento llevando una navaja en el bolsillo del pantalón o bien de la casaca; y además de esto con mucha frecuencia, dirige sus pasos a la zona de Barão de Mauá (plaza, estación de la línea férrea, zona portuaria, etcétera. Es libre, vive de pequeños golpes (latrocinios por desatiendo, estafas, engaños), aprecia el patizamba, y no espera que el trabajo formal dé un estilo de vida estable y razonable; además de esto, es sensible y sentimental, y asimismo galante, caballeroso, y un amante receloso.


Obviamente, no hay una formalizada "teoría del malandragem" que sostenga y justifique ideológicamente este comportamiento habitual. Como ya se manifestó, la postura, la actitud, y los hábitos rutinarios del malandro brasileiro es retratado primordialmente por las artes. El samba "Lenço no Pescoço", escrito por Wilson Batista y grabado por Sílvio Caldas en mil novecientos treinta y tres, se tornó una suerte de "himno" del "malandragem brasileño". Sus estrofas describen con precisión el estilo de vida de un habitual malandro: "Meu chapéu do lado / Tamanco arrastando / Lenço no pescoço / Navalha no bolso / Eu passo gingando / Provoco y también desafio / Eu tenho orgulho / Em ser tão vadio. / Sei que eles falam / De este meu proceder / Eu vejo quem trabalha / Caminar no miserê / Eu sou vadio / Pues tive inclinação / Eu me lembro, era criança / Tirava samba-canção".


El modo de ser y de vestir de los malandros, como estereotipos, asimismo se alimenta de la fuente del personaje folclórico Zé Pelintra, personalidad simbólica del Catimbó.La Umbanda más tarde incorporó el viejo jefe de mesa o bien profesor de liturgias (mestre de mesa), como la figura del malandro, en ocasión del traslado de las levas de migrantes desde el noreste al centro-sur de Brasil. Zé Pelintra sería un libre de modos bastante violentos, si bien de buen corazón y muy servicial, siendo, inclusive, considerado como una suerte de "padrino de los pobres". La primordial diferecia entre el estereotipo del malandro y la representación de Zé Pelintra, es que este último viste más formalmente, con librea o bien saco y corbata (esta última en general amarilla), al paso que el habitual malandro carioca prefiere utilizar camisas a listas sin corbata.


En Brasil, muchos individuos que podrían ser considerados como "malandros habituales", hicieron fortunas ilegales como empresarios del llamado jogo do bicho (en castellano, juego del bicho o bien juego del animal). Estos malandros aun practicaban caridad y también invertían fuerte en las escolas de samba, lo que les proporcionó una imagen romántica de benefactores. Tal imagen se vio seriamente empañada con el episodio conocido como "CPI do jogo do bicho", donde se estudió el involucramiento de este género de empresario (el "bicheiro") con capítulos de corrupción. En verdad, indudablemente la línea que aparta el malandragem romántico del crimen explícito y de la ilegalidad fragante, es normalmente muy imprecisa.


La compilación de cuentos "Pastores da Noite", de Jorge Amado, da un retrato romántico y costumbrista de los "malandros": descarado, provocador, simpaticón, entrador, libre, zahorí, y en el fondo solidario, fiel con amigos y pares, y de buen corazón. La "Ópera do Malandro", de Muchacho Buarque de Hollanda, describe con precisión ciertas cualidades habituales del malandro: contrabandista, bueno, vivillo y con certidumbre habitualmente criminal o bien amigo de las ilegalidades. Más sobria que la citada ópera, la pieza teatral "Boca de ouro", escrita por Nelson Rodrigues, ofrece un perfil realista del malandro bicheiro: orgulloso, orgulloso, espléndido por demagogia y también idiosincrasia, mas de quien se debe sospechar.


En idioma de España el término "malandragem" es preferible emplearlo de esta forma, con el palabra en portugués sin alterar, para bien establecer que nos referimos a los habituales "malandros brasileños". Sin embargo, las figuras del "malandro" y del "malandraje" indudablemente son aproximadamente universales, y en mayor o bien menor grado se dan en prácticamente todas las etnias, si bien claro, de uno a otro sitio hay diferencias en el modo perfecto de vestir, de actuar, e inclusive de pasear de los malandros, como en lo que se refiere a idiosincrasia, estrategias de supervivencia, formas de actuación con sus pares y con extraños, etc.

El cinismo es un estado de espíritu con fuerza asociado con el malandro: Bufón tocando el laúd, de Frans Hals.

El "malandraje" se configura en el momento en que un grupito de malandros abdica y mismo rechaza de forma fuerte muchas de sus funciones y obligaciones sociales naturales, como obediencia a la autoridad y a las normativas, respeto a la propiedad extraña, altruismo, cumplimiento de la palabra empeñada, honradez, etcétera, preferiendo vivir el día-a-día de la manera más cómoda y hedonista posible. Realmente el malandro habitual no toma este género de actitudes por convicción ideológica-revolucionaria, por rebeldía en frente de las injusticias, o bien por cualquier otro objetivo intelectualmente aproximadamente justificado. Pese a que muchas de sus reacciones puedan ser desencadenadas a propósito resquemor social, el malandro, la mayoría de las veces, no se siente un salvador o bien un justo, y no pretende mudar el status quo de la sociedad; enfrentado a una discusión de este género, por ahí el malandro se motiva para opinar, si bien es posible que lo haga para salvar las apariencias, puesto que en el fondo, que las cosas sean de una manera o bien de otra, le tiene sin cuidado cuando pueda seguir con su forma de vida. De verdad al malandro no le atrae para nada la posibilidad de desarrollar un trabajo formal y franco, y prefiere efectuar pequeños delitos furtivos, o bien tramar engaños con ciertos de sus pares, teniendo de esta manera impresión de éxito, como sensación de satisfacción, de alegría, y mismo de superioridad.


Debido a estas peculiaridades, el malandro muy frecuentemente es rotulado como “perezoso”, “vagabundo”, “escoria”, “haragán”, “indolente”, y también “inútil”. La mayoría de las veces su actitud roza con lo delictivo, lo que por lógica puede encuadrarse en cuestiones penales. Mas por otro lado, y puesto que estas actitudes asimismo son propias de los individuos socialmente desfavorecidos, el malandraje en muchas ocasiones es visto con determinada simpatía, o bien cuando menos con tolerancia. En múltiples aspectos el malandro se lo percibe como cumpliendo cierto rol de héroe, pese a que su comportamiento se acerca considerablemente más al de un antihéroe. En muchos contextos, el malandro es idealmente representado como un sujeto que está privado de apoyo y alejadísimo de instituciones que lo puedan representar, con lo que para salir adelante precisa de su inteligencia y de todo género de artimañas, para poder lidiar con los más fuertes y poderosos, como con la inflexibilidad de ciertas instituciones. Además de esto, el malandro idealizado incorpora para sí carisma y simpatía, mismo en casos que darían para no aprobar su comportamiento. Y es en este sentido, que el malandragem se aproxima mucho al jeitinho.


El malandragem está de forma profunda arraigado en el imaginario popular. En su libro "La Gran Matanza de Gatos" (en inglés The Great Cat Massacre), Robert Darnton expone de qué manera, a lo largo de la Alta Edad Media, el malandragem fuera protegido y también inmortalizado por las clases populares y como forma de justicia individual. En una temporada de poca comida y abismos sociales, los personajes que el día de hoy podemos observar que formaron una parte de las historias de "Mamá Oca", utilizaban de manera regular artimañas y también ingenio para mentir a personas más pudientes y favorecidas (recuérdese por poner un ejemplo a Pulgarcito enfrentándose al Ogro, o bien recuérdese la historia del gato con botas), consiguiendo de esta forma de esta manera asegurar la propia supervivencia rutinaria, y en algún caso aun consiguiendo lo que esa gente podía estimar como "una pequeña fortuna".Estas artimañas y habilidades, en años del Renacimiento, en ocasiones fueron llamadas "cartesianismos", en referencia claro está a René Descartes, cuyas ideas no eran realmente bien entendidas por todos, y lo que entonces era observado con determinada falta de confianza por la parte de las clases populares.


Estos "cartesianismos" implicaban manipulación de personas, pequeños fraudes y engaños, e inclusive hasta manipulaciones mágicas. Mas bueno, obsérvese que exactamente esa es la actitud habitual del malandragem brasileiro actualmente, con menor esmero buscar formas más alcanzables de conseguir ventajas y situaciones agradables, la mayoría relacionadas con el simple disfrute de placeres sensoriales (comer y tomar bien, jugar, apostar, enamorar, danzar, cantar, etc). ¡No hay nada nuevo bajo el Sol! Y para todo ello conseguir sin mayor esmero, el malandro usará su labia y sus habilidades, su inteligencia y su velocidad, y bien otras peculiaridades que le dejen manipular a las personas, ganando su confianza y su amistad. En el desarrollo de estas "argucias", el malandro ocasionalmente va a contar asimismo con su buena estrella, es decir con la fortuna, puesto que como ya se ha dicho, este habitual personaje no espera que se precisen grandes sacrificios para de esta forma poder lograr algo (de allá asimismo su predilección por los juegos de azar, especialmente cuando se consigue poder manipular los resultados de ellos). Asimismo resulta necesario destacar que la sutileza y la personalidad son ciertas primordiales peculiaridades del malandragem, y en este sentido, un corsario, un asaltante a mano armada, un saqueador, un líder de maleantes, no necesariamente han de ser vistos como malandros, mas sí un contrabandista o bien un estafador.


El estereotipo del malandragem influenció apreciablemente en la cultura brasileira, si bien asimismo en la de otros países y en diferentes temporadas. En la primera mitad del siglo veinte por servirnos de un ejemplo, en E.U. brotó de forma fuerte la figura del habitual malandro del Bronx: negro, pobre, conocedor de "posibilidades" y "trucos" de las calles y la propia geografía del sitio, y habiendo desarrollado un habla informal en algún aspecto afín a la de un rapero. Emplea llamado zoot suit, s trajes de colores cuadrados, acompañado por un sombrero de ala ancha largas, el traje zoot influido en el género de ropa utilizada por samba vestido cariocas y Zé Carioca Walt Disney.


En las concepciones más románticas, el malandro es una persona pacífica, que no admite efectuar crímenes "pesados" ni aplicar violencia, en tanto que como forma de actuación prefiere el engaño, el fraude, o bien aun el hurto por desatiendo.

Artículos principales: Doña Flor y sus 2 maridos (novela) y Dona Flor y también Seus Dois Maridos (película).

La imagen del malandro se contrapone con la del caxias (individuo muy recto, observador de leyes y normativa, fiel, franco, de buenas costumbres, y que cuando corresponde sabe refrenarse y controlarse). En el imaginario popular brasileiro, por norma general se comprende que los malandros despiertan una mayor atracción y una mayor simpatía en la gente, e inclusive se considera que llegan a tener cierto éxito en sus relaciones cariñosas.


Un buen ejemplo literario de estos 2 extremos, puede ser encontrado en la obra "Dona Flor y también Seus Dois Maridos", escrita por Jorge Amado. En esa historia, la protagonista llamada doña Flor, enviuda de su primer marido, un habitual malandro brasileño llamado Vadinho; tiempo después, la nombrada se casa con Teodoro, un habitual caxias (leal, puntual, sincero, dedicado). Mas hete aquí que Vadinho regresa en espíritu al planeta de los vivos, forzando a su ex- mujer a sostener un triángulo cariñoso entre los dos hombres.


Sin duda el personaje del malandro ha inspirado a abundantes escritores, tanto en novelas como en historietas y otros géneros literarios, tal y como puede comprobarse en la rebosante bibliografía existente.


En mayor o bien menor medida, los malandros y los caixas se hallan asimismo en otras etnias y en sus lenguajes; son ejemplo de ello los vulgarismos chilenos flaite y cuico.


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