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El hombre en busca de sentido
El hombre en pos de sentido narra experiencias personales, la historia de un campo de concentración vista desde dentro. El libro se divide en 2 partes, en la primera el creador se fundamenta en tres partes conocidas como: primera, segunda y tercera fase, procurando dar contestación a la pregunta: ¿De qué forma afecta el día tras día en un campo de concentración a la psique y a la sicología del preso medio? En el libro se mienta que todos y cada uno de los acontencimientos descritos tuvieron sitio en pequeños campos, donde verdaderamente se realizó el exterminio; y no en los extensos y afamados campos de los que todo el planeta ha oído charlar. Empieza contando lo que ocurría cuando se charlaba de "traslados a otro campo", si bien todos sabían que el destino era la cámara de gas. El sistema que caracteriza a la primera fase es el shock. mil quinientos personas habían estado viajando múltiples días, en furgones de ochenta, solo con un respiradero, y pensando que les conducían a una factoría de municiones en donde deberían trabajar, hasta el momento en que alguien ve por el ventano una señal, Auschwitz. En suma el horror, un horror al que punto por punto los presos se fueron habituando, por bastante difícil que tal hecho pueda parecer. La primera selección - si te ponían en la fila de la izquierda o bien en la de la derecha- significaba la muerte o bien los trabajos forzados, cuando menos la supervivencia. Era un resolución sobre la existencia o bien la no existencia. El noventa por ciento fue ejecutado en las horas siguientes. Frankl pregunta por un amigo que había sido destinado a la cola de la izquierda y alguien apunta una nube de humo ascendiendo. Eso era lo que quedaba de su amigo. Los presos deben desvestirse plenamente, solo pueden preservar los zapatos. Frankl procura esconder un manuscrito en el que se contiene la obra de su vida, mas es inútil. Su única posesión es la existencia desnuda. Cuenta las reacciones que de alguna manera son comunes: una extraña clase de humor, un tanto macabro y la curiosidad, por poner un ejemplo de saber cuanto podrían soportar desnudos a la intemperie, en un campo hollado, seguida de la sorpresa de contrastar que ninguno se había constipado. Otras sorpresas le hacen confirmar la frase: Lo agobiado de la situación les hacía meditar a la mayor parte en "lanzarse contra la alambrada", el procedimiento de suicidio más popular. Mas ciertos creían que no tenía ningún objeto suicidarse, en tanto que para todos y cada uno de los presos las esperanzas de vida consideradas objetivamente y aplicando el cálculo de probabilidades eran escasísimas. Mas "en la primera fase del shock el preso de Auschwitz no temía a la muerte". La segunda fase se identifica por la abulia, una suerte de muerte sensible. Al llegar al campo se experimentaba una nostalgia sin límites de la casa y la familia, seguida de una repugnancia por toda la fealdad que les rodeaba, hielo, fango, excrementos. Después los sentimientos quedaban embotados: La abulia, el adormecimiento de las emociones y el sentimiento de que a uno ya jamás le importaría nada de nada era el preciso mecanismo de defensa ofenda al dolor, la injusticia, la atrocidad y la irracionalidad, en frente de los golpes diarios, prácticamente continuos. Dado el alto grado de desnutrición que sufrían, se comía una sola vez: un pequeño pedazo de pan y un agua de sopa, lo que era más flagrante debiendo efectuar trabajos muy duros, el deseo de lograr comestible era el instinto más primitivo. Eso explica que el deseo sexual reluciera por su ausencia, y, contra lo que el psicoanálisis asevera ni tan siquiera se manifestaba en los sueños. Había una desvalorización de todo cuanto no repercutía en la conservación de la propia vida. Mas había presos que sentían una profunda inquietud religiosa, y que eran capaces de improvisar una esquina en el barracón, o bien en un camión de ganado, para hacer oración. Pese al primitivismo que imperaban por fuerza, en el campo era posible desarrollar una vida espiritual. Las personas capaces de ello resistieron mejor en el campo, al aislarse del ambiente y retrotraerse a su vida precedente, a su riqueza intelectual y su libertad espiritual. Cuando todo se ha perdido queda el amor. El doctor Frankl y otros presos se aferraban a la imagen de sus mujeres, o bien de un hijo, o bien de la persona que más amasen. de ahí que puede decir: "Lo cierto es que el amor es la meta última y más alta a la que puede aspirar el hombre" y "La salvación del hombre está en el amor y a través del amor", un amor que va alén de la maternidad del ser amado -Frankl ignoraba si su joven mujer, de veintitres años proseguía viva o bien, como supo después había fallecido-, mas llega a decir: Había vida interior en los presos, en ocasiones intensísima, que les hacía querer la belleza del arte o bien de la naturaleza como jamás hasta ese momento. En el campo asimismo había cierto sentido del humor, si bien fuera en su expresión más leve y solo a lo largo de unos escasos mutuos. Asimismo en un campo de concentración es posible practicar el arte de vivir, si bien el sufrimiento sea omnipresente. Al no haber placeres positivos se agradecían mucho hasta los más mínimos placeres negativos, que alguien te ayudase a despiojarte, por poner un ejemplo. Se extrañaba de una forma intensísima la soledad, la imposible amedrentad. otro sentimiento muy usual en el campo era la irritabilidad. Puesto que el preso observaba diariamente escenas de golpes, su impulso cara la violencia había aumentado: Mas esa capacidad de elección le hacían sentirse libre, le concedían un atributo humano. La experiencia de la vida en un campo prueba que el hombre tiene capacidad de elección. Incluso en un campo de concentración puede preservar su dignidad humana. Cita a Dostoyevski: "Solo temo una cosa: no ser digno de mis sufrimientos". Estas personas fueron dignas. El sufrimiento es un aspecto de la vida que no puede erradicarse, como no pueden separarse el destino o bien la muerte.Sin ellos la vida no sería completa. Era el interrogante que angustiaba a Frankl. El modo perfecto en que el hombre admite su destino y todo el sufrimiento que este acarrea, agrega a su vida un sentido más profundo. Aun bajo las circunstancias más bastante difíciles puede preservar su valor, su dignidad, su esplendidez. O puede olvidar su dignidad humana y transformarse en poco más que un animal. En muchas ocasiones es exactamente una situación externa extraordinariamente bastante difícil la que da al hombre la ocasión de medrar espiritualmente más allí de sí. El preso que perdía la fe en el futuro estaba condenado, se abandonaba, degeneraba y se transformaba en sujeto del aniquilamiento físico y mental. Lo más bastante difícil es el interrogante por el sentido de la vida: debemos dejar de hacernos preguntas sobre el significado de la vida, y en lugar de ello, meditar en nosotros como en seres a quienes la vida les averiguara continua y también incesantemente. Nuestra contestación no ha de ser en palabras, sino ha de ser una conducta y una situación rectas.Frankl se pregunta profesional y humanamente por la sicología de los guardas del campamento. ¿De qué forma posiblemente hombres de carne y hueso como el resto pudiesen tratar a sus semejantes como los trataron? Había ciertos sádicos, en el sentido médico del término, y que eran escogidos exactamente por serlo, como lo eran los individuos más brutales y ególatras, los que tenían más probabilidades de subsistir, era una selección negativa. Mas además de esto los sentimientos de la mayor parte de los guardas se encontraban embotados por años de métodos brutales. Se habían embrutecido hasta límites inesperados, si bien había ciertos, por pocos que fuesen, que sentían lástima de los presos. Cuenta el caso de un comandante de las SS que había comprado medicinas para ciertos presos, gastando cantidades nada abominables en ello. El creador saca la próxima consecuencia: En esta fase, el doctor Frankl desea examinar la sicología del preso que ha sido liberado. Narra lo que sucedió la mañana en que, tras múltiples días de gran tensión, se alzó la bandera blanca a la entrada del campo. Y reproduce el estado anímico general cuando de noche, ya de vuelta a los barracones, un hombre le preguntó a otro ¿estuviste el día de hoy contento? A lo que el otro respondió "para ser franco, no". Frankl lo explica diciendo que lo que les ocurría a los presos liberados era una "despersonalización”. Todo parecía irreal, poco probable, como un sueño, y temían que al despertar les llegara la dura realidad. Cuenta tal y como si un preso era preguntado por un granjero de las cercanías podía pasar horas hablando. Él nos cuenta su particular y enternecedor renacer, una tarde mientras que paseaba: Muchos de los presos que habían experimentado en carne propia la bestialidad solo deseaban reproducirla. Solo muy poco a poco se podía devolver a aquellos hombres a la verdad llana y llana de que absolutamente nadie tenía derecho a obrar mal, ni incluso si bien a él le hubiesen hecho daño. Además de cierta deformidad ética, otras 2 experiencias mentales podían dañar el carácter del preso liberado, la amargura y la decepción que sentía al regresar a su vieja vida. Amargura frente a la reacción tibia de los otros ante su sufrimiento y horrible experiencia, y la decepción cara su sino más bien. En el campo todos sabían que no habría dicha posible que les pudiese compensar de tanto sufrimiento pero: " A un hombre le pueden hurtar todo, menos una cosa, la última de las libertades del humano, la elección de su actitud ante cualquier clase de circunstancias, la elección del propio camino." (Frankl, mil novecientos cuarenta y seis)Primera fase: Internamiento en el campo.
Segunda fase: La vida en el campo
Tercera fase: Tras la liberación