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Efecto Clever Hans
Clever HansClever Hans a lo largo de un espectáculo. Clever Hans fue un caballo conocido en Alemania a inicios del siglo veinte, del que se aducía que era capaz de efectuar operaciones aritméticas (por servirnos de un ejemplo sumar, multiplicar, dividir, trabajar con fracciones etcétera) y otras labores intelectuales (por poner un ejemplo decir la hora, calcular el calendario, distinguir tonos musicales etcétera).La fama del caballo cruzó las fronteras también el interés por advertir algún posible fraude.Debido al gran interés público, la junta de educación alemana designó una comisión para investigar el espectáculo del caballo. El pensador y sicólogo Carl Stumpf formó un panel de trece personas (entre ellos mismo), conocidas como Comisión Hans. Esta comisión consistió en un veterinario, un gerente de circo, un oficial de Caballería, múltiples profesores de escuela, y el directivo del Zoológico de Berlín. Esta comisión concluyó en el mes de septiembre de mil novecientos cuatro que no había ningún truco implicado en el funcionamiento de Hans. Usando un número substancial de pruebas, Pfungst halló que el caballo podría lograr la contestación adecuada solo cuando el interrogador sabía (conocía) la contestación y el caballo podría ver al interrogador. La comisión observó que cuando Osten, el adiestrador, conocía las contestaciones a las preguntas, Hans logró el ochenta y nueve por ciento de las contestaciones adecuadas, mas cuando Osten no las conocía Hans solo respondió el 6 por ciento de las preguntas adecuadamente. Pfungst entonces prosiguió examinando el comportamiento del interrogador detalladamente, y mostró que, cuando los golpes de la pezuña del caballo se aproximaban a la contestación adecuada, cambiaba la postura y la expresión de la cara el interrogador, de tal manera que se generaba un incremento de la tensión que se liberaba cuando el caballo llegaba por último a la cantidad "adecuada". Esto daba una señal que el caballo interpretaba como que podía parar de dar golpes. Los sistemas de comunicación social de los caballos seguramente dependen de la detección de pequeños cambios de postura, y esto puede señalar por qué razón Hans pudo tan de forma fácil recoger las señales dadas por von Osten (quien semeja haber sido totalmente inconsciente de que daba semejantes señales). No obstante, la capacidad para descubrir semejantes señales no está limitada a caballos. Pfungst siguió probando la hipótesis de que semejantes señales serían perceptibles, efectuando pruebas de laboratorio en las que jugó la una parte del caballo, y unos participantes humanos le mandaron preguntas a las que dio contestaciones numéricas dando un toque. Halló que el noventa por ciento de participantes dio señales suficientes a fin de que lograra una contestación adecuada. Pfungst hizo una observación fundamental. Una vez que se hubiese transformado en especialista en las actuaciones de Hans, y absolutamente siendo consciente de las señales sutiles que las hicieron posibles, descubrió que se generaban estas indicaciones de forma involuntaria, con independencia de si se deseaban exponer o bien refrenar. Esto le da al fenómeno una relevancia que difícilmente podría ser exagerada. Su reconocimiento ha tenido un enorme efecto sobre el diseño experimental y la metodología para todos y cada uno de los ensayos en que sea sensible la participación de los sujetos (incluyendo los humanos). El peligro del efecto Clever Hans es la enorme razón por la que la psicólogía comparativa y los estudios de Cognición animal en general hacen los test en animales apartados, sin interacción con ellos. No obstante esto produce una nueva situación problemática, pues muchos de los más interesantes fenómenos de la cognición animal solo puede ser probados en un contexto social, y, con la intención de adiestrar y probar, es preciso crear una relación social entre el adiestrador y animal. Este punto de vista ha sido protegido con solidez por Irene Pepperberg con relación a su estudio del loroAlex, y por Gardner Allen y Beatrix Gardner en su estudio de la chimpancéWashoe. Sin embargo, si los resultados de tales estudios son para ganar aceptación universal, es preciso hallar algún modo de suprimir el peligro del Efecto Clever Hans en los test de los logros animales. La simple supresión del adiestrador de la escena puede no ser una estrategia apropiada, por el hecho de que cuando la relación social entre el adiestrador y el animal es fuerte, la retirada del adiestrador puede generar contestaciones sensibles imprevisibles. Por consiguiente, es preciso realizar procedimientos donde ninguno de los presentes sepa lo que el animal debe contestar. (Un caso de un protocolo experimental desarrollado para superar los efectos de Clever Hans fue utilizado en la medición de la capacidad del can Rico en dos mil cuatro). Como conclusión del experimento de Pfungst queda manifiesto que el Efecto Clever Hans es tan probable que ocurra en los ensayos con humanos como en ensayos con animales. Por tal razón, frecuentemente en campos como la percepción, sicología cognitiva y sicología social se intenta hacer los ensayos doble ciego, lo que quiere decir que ni el estudioso ni el sujeto de pruebas sabe como es en el tema en investigación, y en consecuencia se actúa neutramente sin importar lo más mínimo las contestaciones. Otra forma en la que se eviten los Efectos Clever Hans es la substitución del experimentador con un ordenador, que puede dar instrucciones estandarizadas y grabar las contestaciones, sin dar pistas.