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Determinismo lingüístico
El principio de la relatividad lingüística (o bien, en otras palabras, la hipótesis de Sapir-Whorf) en su forma determinista fuerte primero halló su expresión clara en los escritos de Benjamin Lee Whorf. El término "hipótesis de Sapir-Whorf" es considerado por los lingüistas como un nombre inadecuado, por el hecho de que Edward Sapir y Benjamin Lee Whorf jamás fueron coautores de ninguna obra (si bien sí trabajaron juntos, Sapir fue el guía de Whorf), y jamás propusieron sus ideas en concepto de una distinción entre una versión enclenque y una fuerte de esta hipótesis, lo que es asimismo una invención posterior: Sapir y Whorf jamás establecieron tal dicotomía, si bien de manera frecuente en sus escritos sus puntos de vista de este principio de relatividad se expresan en términos más fuertes o bien más enclenques. Los 2 lingüistas fueron, no obstante, de los primeros en elaborar el principio de la relatividad lingüística. Sapir ejercitó la idea de que el lenguaje es esencial para entender la cosmovisión de uno y que una diferencia en el lenguaje implica una diferencia en la realidad social. Si bien jamás exploró de manera directa de qué manera el lenguaje afecta el pensamiento, esenciales indicios del principio de la relatividad lingüística subyacen a su percepción del lenguaje. Whorf ahondó y reelaboró el pensamiento de Sapir en su ensayo "Ciencia y Lingüística". Su visión de la relatividad lingüística fue más radical: en opinión de Whorf, la relación entre lenguaje y cultura era determinista y el lenguaje desempeñaba un papel vital en nuestra percepción de la realidad. El lenguaje es lo que le da al pensamiento su expresión y de este modo lo forma; en otras palabras, el pensamiento está determinado por el lenguaje. En "Ciencia y Lingüística" Whorf declaró que: "Se descubrió que el sistema lingüístico de fondo (en otras palabras, la gramática) de cada idioma es en sí el modelador de las ideas, el programa y la guía. Examinamos la naturaleza siguiendo los lineamientos establecidos por nuestras lenguas maternas . Este hecho es muy significativo para la ciencia moderna, en tanto que quiere decir que ningún individuo es libre de describir la naturaleza con absoluta ecuanimidad De esta manera, se nos presenta un nuevo principio de relatividad, que mantiene que todos y cada uno de los observadores no están guiados por exactamente la misma patentiza física cara exactamente las mismas imágenes del cosmos, salvo que los antecedentes lingüísticos sean afines o bien puedan calibrarse de alguna manera". Según Whorf, la formulación de ideas y pensamientos no es un proceso racional independiente, sino está determinado por la gramática y el léxico particulares del lenguaje en el que se expresan estas ideas. El planeta está organizado y tiene sentido para nosotros a través del lenguaje. La conclusión de Whorf se fundamentó en una gran parte en un examen meticuloso y un extenso estudio del idioma indio Hopi. A lo largo de los primeros años, Whorf publicó una serie de ensayos en los que examinaba diferentes aspectos lingüísticos de Hopi. Por poner un ejemplo, un trabajo llamado "Un modelo indio del cosmos americano" (mil novecientos treinta y seis) explora las implicaciones del sistema verbal Hopi respecto a la concepción del espacio y el tiempo. En el curso de su investigación, Whorf apreció que el Hopi y otros idiomas (hebreo, azteca y maya) se edificaron sobre un plan diferente del inglés y otros muchos idiomas que llamó SAE (Estándar Average European). Descubrió una serie de peculiaridades significativas que distinguen el Hopi de los lenguajes SAE que lo llevaron a la idea del determinismo lingüístico. Por ejemplo, el Hopi es un lenguaje "atemporal", cuyo sistema verbal carece de tiempos verbales. Su evaluación del tiempo es diferente de la visión temporal lineal SAE del pasado, presente y futuro y cambia con cada observador: "El verbo Hopi intemporal no distingue entre el presente, el pasado y el futuro del acontecimiento en sí, mas siempre y en todo momento debe apuntar el género de valía que el hablante pretende que tenga la declaración". El tiempo Hopi no es dimensional y no puede ser contado o bien medido de la forma en que los lenguajes SAE lo miden, esto es, el Hopi no afirmará "Me quedé 6 días", sino afirmará "lo dejé en el sexto día". Lo que es vital en su percepción de el tiempo es si se puede asegurar que un acontecimiento ha ocurrido, o bien que ocurre, o bien que se espera que ocurra. Las categorías gramaticales hopi significan la visión del planeta como un proceso progresivo, donde el tiempo no se divide en segmentos fijos a fin de que ciertas cosas se repitan, p. minutos, tardes o bien días. La estructura lingüística de las lenguas SAE, por otro lado, brinda a sus hablantes una entendimiento más fija, objetivada y medible del tiempo y el espacio, donde distinguen entre objetos contables y también innumerables y ven el tiempo como una secuencia lineal de pasado, presente y futuro. Whorf arguye que esta y otras muchas diferencias implican una forma diferente de meditar. Puesto que el pensamiento se expresa y se transmite a través del lenguaje, se infiere que un lenguaje estructurado de forma diferente debe moldear el pensamiento, lo que influye en la percepción. En consecuencia, un hablante hopi que percibe el planeta mediante su lenguaje debe ver la realidad mediante los patrones establecidos por su estructura lingüística. Otros estudios que respaldan el principio del determinismo lingüístico han probado que a las personas les resulta más simple reconocer y rememorar matices de colores para los que tienen un nombre concreto. Por poner un ejemplo, hay 2 palabras en ruso para diferentes tonos de azul, y los hablantes de ruso son más veloces en discriminar entre las tonalidades que los que charlan inglés. El determinismo lingüístico asimismo puede ser evidente en situaciones donde el medio para llamar la atención sobre un cierto aspecto de una experiencia es el lenguaje. Por servirnos de un ejemplo, en francés, de España o bien ruso, hay 2 formas de dirigirse a una persona por el hecho de que esas lenguas tienen 2 pronombres de segunda persona: singular y plural.La elección del pronombre depende de la relación entre las 2 personas (formal o bien informal) y el grado de familiaridad entre ellas. Al respecto, el hablante de cualquiera de esos idiomas siempre y en toda circunstancia piensa en la relación cuando se dirige a otra persona y, en consecuencia, no puede separar esos 2 procesos. Otro ejemplo es el estudio de Daniel Everett que examina la concepción de los números en el pueblo brasileiro Pirahã. Estas personas no podían concebir números alén de "uno" y "2", para los que no hay términos reales en su idioma. Tras estos, todos y cada uno de los números se reúnen bajo el término 'muchos'. Aun después de ser enseñados en el idioma portugués a lo largo de 8 meses, ningún individuo podía contar hasta diez. Sin embargo, el determinismo lingüístico ha sido extensamente criticado por su absolutismo y refutado por ciertos lingüistas. Por poner un ejemplo, Michael Frank et. Al, prosiguió la investigación de Daniel Everett y efectuó más ensayos sobre los Pirahã publicados en "Los números como tecnología cognitiva" y descubrió que Everett estaba equivocado, los Pirahã no tenían palabras para "uno" o bien "2", sino tenían palabras para "pequeño", "algo más grande" y "muchos". Otro razonamiento contra el principio del determinismo lingüístico es que los humanos somos capaces de percibir objetos y acontecimientos que no tienen palabras pertinentes en nuestro léxico mental, aun si las representaciones lingüísticas existentes facilitasen la percepción. Los contrincantes de la teoría mantienen que el pensamiento existe ya antes de cualquier concepción del lenguaje. La teoría de Steven Pinker encarna esta idea. Planteó que todos y cada uno de los individuos son capaces de tener "universales mentales", de los que todo pensamiento está compuesto ya antes de su forma lingüística. El lenguaje nos deja articular estos pensamientos ya existentes en palabras y conceptos lingüísticos. Por ejemplo, uno puede percibir diferentes colores aun cuando falta una palabra particularmente para cada tono, como los indígenas de Nueva Guinea pueden distinguir entre los colores verde y azul pese a que tienen una sola entrada léxica para describir los dos colores. En las comunidades donde no hay un lenguaje para describir el color, no quiere decir que el término sea nulo, sino la comunidad puede tener una descripción o bien una oración única para determinar el término. Everett describe su investigación sobre la tribu Pirahã que emplea el lenguaje para describir los conceptos de color de una forma diferente a los hablantes de inglés: "cada palabra para color en Pirahã era realmente una oración. Por poner un ejemplo, biísai no significa sencillamente 'rojo'. Era una oración que significaba 'es como sangre' ". Por lo tanto, en su versión fuerte, se ha refutado la "hipótesis de Whorf" de la determinación lingüística de la cognición. En su forma más enclenque, no obstante, la propuesta de que el lenguaje influye en nuestro pensamiento ha sido a menudo discutida y estudiada.