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Conductismo social
Mientras que el conductismo sicológico se identifica por usar el vínculo Y también-R (estímulo-contestación) para la descripción del comportamiento individual, el conductismo social se identifica por emplearlo a través del término de actitud. Al tiempo que el vínculo Y también-R, en el primer caso, se aplica al campo de las contestaciones de tipo sensible o bien fisiológico, en el segundo caso se lo aplica a la contestación completa de un individuo contemplando tanto la interacción social como el aspecto cultural asociado. El conductismo de John B. Watson, aplicado al hombre, aparece como una ampliación de su empleo en la descripción de la conducta animal, en la que no existe la introspección. George H. Orinad escribió: “Quedaba, no obstante, el campo de la introspección, de las experiencias que son privadas y que pertenecen al individuo mismo –experiencias generalmente llamadas subjetivas. ¿Qué había que hacer con ellas? La actitud de John B. Watson fue la de la Reina en «Alicia en el País de las Maravillas»: «¡Cortadles la cabeza!»; semejantes cosas no existían. No existía la imaginación ni la conciencia”. El conductismo social puede considerarse como el campo conveniente tanto para la descripción del individuo como del conjunto social. Ello se advierte desde la utilización del término de actitud, por cuanto implica el vínculo existente entre el individuo y el conjunto social. “En sicología social no edificamos la conducta del conjunto social en concepto de la conducta de los diferentes individuos que lo componen; ya antes bien, partimos de un todo social determinado de compleja actividad social, en el como examinamos (como elementos) la conducta de cada uno de ellos de los diferentes individuos que lo componen. O sea, que procuramos explicar la conducta del individuo en concepto de la conducta organizada del conjunto social, en vez de explicar la conducta organizada del conjunto social en concepto de la conducta de los diferentes individuos que pertenecen a él”. En realidad, resulta bastante difícil priorizar al individuo o bien al conjunto social por cuanto sin los primeros no existe el segundo, al tiempo que si no existe el conjunto social, la actitud del individuo prácticamente no puede formarse, salvo a un nivel cultural limitadísimo. Gino Germani escribió: “Una actitud se define como una predisposición psíquica, para algo o bien cara algo, predisposición que representa el antecedente interno de la acción y que llega a organizarse en el individuo mediante la experiencia –vale decir, es adquirida- y resulta de la integración de elementos indiferenciados biológicos y de elementos socioculturales específicos”. Puede decirse que, mientras que el conjunto social tiende a formar las componentes cariñosas y cognitivas de la actitud característica de cada individuo, semejantes componentes se proyectan cara el conjunto social para caracterizarlo a través de una suerte de actitud característica grupal predominante. No obstante, no todo individuo es influenciable de igual forma por el conjunto social ni es influyente del mismo modo sobre el conjunto, sino hay un equilibrio activo entre individuo y sociedad. Gino Germani escribe: “Entre otras ventajas, el término de actitud presenta la de formar el vínculo entre las 2 ramas de que se compone la sicología social actual: la sicología social de los conjuntos o bien sicología colectiva, y la sicología social del individuo”. A partir del punto de vista de las actitudes, puede determinarse el término de personalidad. Como cada individuo tiene exactamente las mismas componentes cariñosas y cognitivas básicas que el resto, si bien en diferentes proporciones, semejantes proporciones definirían su personalidad. Germani escribe al respecto: “Un conjunto de estudiosos interpreta la personalidad sencillamente como una compilación de actitudes enormemente específicas”. “Sus primordiales autores, Cattel, Woodworth y Thorndike, mantienen que es posible reducir la personalidad a un cierto número mínimo de componentes básicos y uniformes, equivalentes en todos y cada uno de los hombres”. “El punto de vista común de los autores de esta tendencia es que la personalidad debe considerarse como una función de la sociedad, mas que al tiempo es capaz de trascenderla. Aseveran que si, por una parte, representa el «aspecto subjetivo de la cultura», por el otro tiene la capacidad de trascender las formas culturales para convertirse de simple receptora en autora de nuevas formas. La labor de la sicología social consiste justamente en describir y explicar de qué forma se realiza este muy frecuente proceso de transmisión y creación de formas culturales mediante la personalidad humana”. Lo interesante del conductismo social aparece en la manera en que George H. Orinad describe la interacción social, para quien el acto psíquico social “es aquel en el que el individuo sirve en su acción como estímulo a la contestación de otro individuo”. “El carácter más esencial de la organización social de la conducta no es que un individuo en el conjunto social hace lo que el resto, sino la conducta de un individuo forma un estimulo a fin de que otro individuo realice determinado acto, y que por su parte este último acto se convierta en estímulo para una siguiente reacción por la parte del primer individuo, y de este modo continuando en una interacción sin fin”. Tal interacción social, llamada por Orinad como una “conversación de actitudes”, es la que conforma la personalidad asociada a la personalidad de los humanos. Germani agrega: “El surgimiento del «yo» obedece a un proceso de interacción de esta naturaleza. Conforme Orinad lo propio del «yo» es su capacidad de erigirse en objeto para sí mismo: en ello radica su esencia, la esencia de la personalidad misma. Esto es lo que lo diferencia de los animales, puesto que asimismo la razón depende de esta capacidad que tiene el individuo de ponerse en exactamente el mismo campo de experiencia que el resto seres, cara los que actúa en la interacción.Con otras palabras, la interacción social –es decir, la sociedad- se traslada en el interior mismo del individuo, y su esencia como humano consiste en tal capacidad de interacción consigo mismo”. Para establecer la interacción social es precisa una anterior interacción simbólica. Francis A. Merrill escribió: “La interacción de los humanos no es como la de las bolas de billar, que chocan entre sí y se repelen, sino se efectúa mediante símbolos significativos comprendidos mutuamente por los participantes. La interacción social se lleva a efecto en un conjunto de esperanzas, reglas y reglas aprendidas en la niñez a las que el individuo amolda su comportamiento después. La interacción social se caracteriza, por ende, por «la presencia de actos expresivos por la parte de una o bien más personas, la percepción consciente o bien inconsciente de esos actos por otras y la observación final de que esos actos expresivos han sido percibidos por otros» (Jurgen Ruesch)”. “Los entes sociales efectúan esta interacción preservando cada uno de ellos una personalidad propia y la condición de ente social adquirida a través del contacto con otros individuos de evolución afín. En ese proceso de socialización, el individuo aprende a «asumir el papel del otro» y a ponerse mentalmente en el sitio de aquel frente al que reacciona (George H. Orinad). Así, cada uno de ellos de ellos pondera el impacto que generan sus palabras o bien ademanes sobre el otro y al suponerse en su lugar se estimula a sí mismo. Consecuentemente, la interacción social no solo incluye la que tiene sitio entre 2 personas, sino más bien asimismo la de cada persona consigo misma”. Desde el conductismo social se establece asimismo la manera en que un pequeño va conformando su personalidad. Tal proceso ocurre cuando el individuo “asume la actitud o bien emplea el ademán que otro individuo emplearía, y además de esto responde o bien tiende a contestar a tal ademán. El pequeño se vuelve gradualmente un ser social mediante su experiencia y actúa cara sí mismo de una forma afín al que emplea cuando se dirige a los demás”. Germani agrega: “De ningún modo debe confundirse este proceso con la imitación. Orinad la critica ampliamente, aseverando, entre otras muchas cosas, que supone ya la urgencia del «yo» como cumplida. Ejemplos de esta interestimulación se hallan en el comportamiento del pequeño cara la madre, o bien en el juego. De esta manera, el pequeño adopta las palabras, los ademanes, los tonos de la madre, esto es adopta en sí el papel de ella. En los juegos del pequeño pequeño la interacción es aún tosca. En esta fase hay ya una tendencia a aceptar un papel; de este modo, el pequeño juega a ser alguien, policía, indio, etc.”. “En el juego organizado se pasa a un estadio en el que la asunción de un papel ya no se efectúa al azar y al arbitrio del individuo, en un caso así es preciso respetar ciertas reglas, las que establecen meridianamente el conjunto de contestaciones que hay que dar frente a ciertas actitudes. Al tomar el ego cierta actitud se requiere en el alter cierta contestación definida. En consecuencia, el pequeño debe tener la capacidad de agregar a su mente las actitudes de todos los otros incluidos en el juego. Semejantes actitudes aceptan en el juego una suerte de unidad organizada y esta organización de las actitudes extrañas, de los papeles extraños en un todo unitario, es lo que Orinad llama característicamente «el otro generalizado»”. Uno de los objetivos de las ciencias sociales es el logro de una visión general que abarque la mayoría de los fenómenos descritos, o sea, se trata de establecer una teoría general del individuo y de la sociedad. De este modo, desde las componentes cariñosas de la actitud característica (amor, odio, egoísmo, negligencia) puede extraerse cierta moral natural, formando una teoría de la acción moral. Entonces, desde las componentes cognitivas de la actitud característica (referencia en la realidad, en uno mismo, en otro o bien en lo que todos afirman), y empleando el procedimiento de prueba y fallo de la ciencia experimental, puede extraerse una lógica analógica, formando una teoría del conocimiento. Desde la interacción simbólica y el lenguaje es posible la interacción social y la capacitación de la personalidad. Entonces, la personalidad se proyecta cara la cultura de la sociedad. Se advierte que, de entrada, es posible englobar múltiples conceptos asociados al individuo y a la sociedad desde la visión gráfica emergente del conductismo social.Relación con el conductismo psicológico
Conductismo social y actitud
Conductismo y también interacción social
Interaccionismo simbólico
Formación de la personalidad
Visión unificadora
Véase también