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Baluarte (psicoanálisis)
En psicoanálisis, el término baluarte se usa para referirse a una capacitación protectora del campo psicoanalítico en la que están implicados paciente y analista. Es una estructura cristalizada o bien una modalidad de relación inamovible entre analista y examinando que obstruye el desarrollo del proceso psicoanalítico. Constituye un cobijo inconsciente de fantasías de omnipotencia que ocurren en el campo psicoanalítico. Es una capacitación artificial, un subproducto de la técnica analítica. Se genera por una complicidad entre los dos protagonistas que ocurre de modo inconsciente y en silencio para resguardar una conexión entre ellos que no ha de ser develada. El baluarte engloba tanto la resistencia del examinando como la contrarresistencia del analista, quienes están comunicados de forma inconsciente entre sí y operando juntos. El baluarte genera una cristalización parcial del campo, una neoformación que se forma cerca de un montaje fantasmático compartido que incluye zonas esenciales de la historia personal de los dos participantes y que le atribuye a cada uno de ellos un rol imaginario estereotipado. En ocasiones, el baluarte continúa como un cuerpo extraño estático, en la medida en que el proceso metódico prosigue, supuestamente, su curso. En ciertas situaciones, invade totalmente el campo y resta toda funcionalidad al proceso, convirtiendo el campo psicoanalítico en su totalidad en un campo patológico. Algunas veces el baluarte encubre y defiende un nódulo psicótico del examinando y, su movilización, puede provocar una explosión repentina. Toda capacitación patológica del campo implica el clivaje de uno de sus campos, instalándose un proceso que se desarrolla con aparente movilidad cuando, realmente, ocurre una esterilización del proceso. Uno de los factores más esenciales de avance en el análisis es la entendimiento por la parte del analista de sus contestaciones complementarias a modos de trato inconscientes del paciente que se actúan en forma sigilosa en la interacción analítica. El reconocimiento de este baluarte deja estimular el proceso. El reconocimiento de este baluarte deja estimular el proceso. El término baluarte fue acuñado en psicoanálisis por vez primera, por el maestro Willy Baranger en el año mil novecientos cincuenta y siete en su trabajo “El y la función de la ideología”, presentado en el Congreso Psicoanalítico de la ciudad de París. Allá remarcaba que la ideología tiende a efectuar la integración de las instancias psíquicas y de un campo esencial de la realidad. Baranger apunta que, a lo largo del análisis, la ideología de un paciente puede convertirse en un baluarte y que, este baluarte, es lo opuesto al trabajo psicoanalítico. Posteriormente, publicó así como Madeleine Baranger, el trabajo "La situación analítica como campo activo", aparecido en mil novecientos sesenta y uno-sesenta y dos en la Gaceta Uruguaya de Psicoanálisis. Allá desplegaron el término de baluarte en el campo psicoanalítico. En el año mil novecientos sesenta y cuatro, los dos describen la "estereotipia del campo y paralización del insight", desarrollando la nosología del campo y la complicidad inconsciente del analista en la constitución del baluarte, en su artículo “El insight en la situación analítica” El desarrollo del baluarte como una situación malvada en el campo del análisis fue trabajado en mil novecientos setenta y ocho por M. y W. Baranger y Jorge Mom, en el trabajo "Nosología de la trasferencia y contratransferencia en el psicoanálisis actual", presentado en el Congreso de Psicoanálisis de México. Más tarde, en mil novecientos ochenta y tres, en el 33° Congreso de la Asociación Psicoanalítica Internacional, presentaron: “Proceso y no proceso en el trabajo analítico” donde siguieron desarrollando el término de baluarte como nosología del campo y del proceso psicoanalítico, alén de la simbiosis, y que describieron como parasitismo. Este término está unido al término de campo metódico. Cuando Heinrich Racker plantea su idea de contrarresistencia (link entre las resistencias de paciente y analista), aclara que cuando esta se cronifica, se forma un baluarte en el campo metódico que es sostenido por paciente y analista. Múltiples fenómenos pueden ser atribuibles a la capacitación de baluartes, como el “impasse analítico”, “la reacción terapéutica negativa”, y otros. La segunda mirada del analista le deja tomar consciencia de su parte en el proceso sin que por este motivo deba hacer confesiones contratransferenciales. Al poder trasmitir el sentido de la fantasía inconsciente tácita entre los dos, se genera la “desimbiotización” de la pareja analista-examinando. La interpretación del baluarte producirá procesos de insight en el paciente y el analista recobrará de este modo la primera mirada más libre del campo metódico. Cuando el ensayo del clivaje del examinando halla una complicidad inconsciente o bien un punto ciego en el analista, el proceso metódico se vuelve perjudicial y se paraliza. Cuando no se genera ninguna complicidad de una parte del analista, el baluarte del examinando ofrece una complejidad del trabajo metódico, o bien una resistencia, mas no un baluarte en el campo. El examinando trata en una forma o bien otra de burlar la regla esencial. Hay casos en que la resistencia-contrarresistencia convierte la activa del campo formando un baluarte de analista y examinando. En un caso así podemos meditar el baluarte como un fenómeno simbiótico La forma extrema del baluarte se manifiesta como una nosología del campo y del proceso que podría describirse como parasitismo. Estos modos de presentación del baluarte no son excluyentes unos de otros. El baluarte es la manifestación clínica más evidente de la compulsión a la reiteración, o sea de la pulsión de muerte.Baluarte en el trabajo analítico
Punto ciego en el analista
Baluarte del analizando
Baluarte del analista y del analizando